Conflictos ambientales en México

Fuente: jornada.unam.mx (18 de octubre de 2004)

Amenaza ambiental con Minera San Xavier

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Carlos Montemayor

Hay vasos comunicantes entre los pueblos mineros. Suelen ser muy semejantes el paisaje, los cerros, el color oscuro de la tierra, el agua con flúor abundante, el polvo grisáceo de los desperdicios minerales, las frutillas de arbustos espinosos enrojecidas o azuladas, las calles sinuosas y atrayentes, siempre milagrosamente encima de la otra ciudad subterránea de innumerables galerías y túneles abiertos en pos de las vetas. Parte de los habitantes también se desplaza en ocasiones de un poblado a otro, ya sea porque se agotaron los yacimientos, ya sea porque las compañías mineras necesitan de un remplazo de trabajadores. A estos rasgos se cerro_01adebe, quizás, que los pueblos mineros de México me parezcan familiares, me recuerden la atmósfera de Parral, me hagan sentir de nuevo la nítida sensación de mi infancia en el rumor de galerías, molinos, montes, conversaciones de mineros bajando de los cerros.

San Luis Potosí ha sido uno de los estados que desde mi niñez sentí más cercano. La American Smelting, que en ese tiempo explotaba la principal mina de Parral, explotaba otra en Charcas, en el estado potosino. Amigos de mi padre, ingenieros y médicos, iban y venían de un estado a otro trayendo, entre algunas cosas espléndidas o inusuales, un magnífico mezcal que ellos degustaban y que afortunadamente ahora, para los amigos de mi generación, aún siguen produciendo. A lo largo de muchos años he recorrido diversas regiones de San Luis Potosí, tanto hacia la Huasteca como hacia la Media Luna, zona deslumbrante que tiene como eje a Rioverde. Pero el mundo minero me absorbe.

El escudo de San Luis Potosí es muy ilustrativo del destino minero del estado. San Luis, el rey santo de Francia, aparece erguido sobre el cerro de la mina que dio origen al primer asentamiento urbano de lo que fue más tarde la capital del estado. Se trata del Cerro de San Pedro. Así se llama también el poblado, que no ha perdido su trazo original, que en sí mismo constituye una riqueza arquitectónica e histórica y no ha sido declarado patrimonio de la humanidad, inexplicablemente. Hace una o dos semanas recorrí el poblado, volví a ver las sinuosas calles trazadas a finales del siglo XVI, contemplé a lo lejos la mole generosa de los cerros que se suceden envolviendo varios poblados. Contemplé a lo lejos los cerros emblemáticos del escudo de San Luis Potosí porque ahora están cercados. Cientos de kilómetros de cercas de alambre han secuestrado la cadena de montes emblemáticos ante los ojos de los habitantes del municipio.

A finales del siglo XVI, el capitán español Miguel de Caldera observó que varios indígenas huachichiles que se acercaban a él portaban entre sus atavíos, como ornamentos, objetos de oro. Uno de los nativos le reveló que recogían el metal con las manos, a flor de tierra, en la cima de un cerro. El capitán Caldera envió a ese lugar de inmediato una avanzada de españoles bajo el mando de Pedro de Anda. El 4 de marzo de 1592 llegó la avanzada al cerro. A flor de tierra, en efecto, encontraron oro y plata. La gente comenzó a establecerse en la falda del monte y se dio al poblado el nombre de Cerro de San Pedro.

En aquel entonces era muy rudimentario el sistema de beneficio del mineral. Por la accidentada topografía del terreno y por el agua insuficiente, la mayor parte de la población decidió asentarse en el valle, a escasos kilómetros del Cerro de San Pedro. El 3 de noviembre de ese mismo año de 1592 se fundó el pueblo de San Luis Minas del Potosí, hoy la ciudad capital del estado.

Pues bien, desde hace algunos años una compañía minera trasnacional ha comenzado a comprar cerros, propiedades y terrenos de los poblados cercanos al Cerro de San Pedro. Esta compañía, llamada Minera San Xavier SA de CV, ha construido un nuevo asentamiento para uno de los poblados y presiona a los habitantes de la zona y a autoridades municipales, estatales y federales con el propósito de explotar los yacimientos que aún poseen los cerros emblemáticos de esa capital. Si los propósitos de la compañía Minera San Xavier se llevaran a cabo, en ocho años el estado de San Luis Potosí experimentaría cambios sustanciales e irreversibles. Dos de estos cambios, que podrían considerarse injustificables, serían una especie de involución histórica. Primero, desaparecería el Cerro de San Pedro y las elevaciones aledañas en pocos meses. Es decir, tendrían que cambiar el escudo del estado. Segundo, por el agotamiento de los recursos acuíferos y el envenenamiento por cianuro de suelos y atmósfera, en pocos años la capital del estado, la ciudad de San Luis Potosí, tendría que ser abandonada. ¿Acaso el precio de la globalización es sacrificar así nuestras ciudades y nuestra historia?

El sistema que Minera San Xavier pretende aplicar durante ocho años para la explotación y beneficio de mineral es el conocido como tajo a cielo abierto y lixiviación a montones. Es un procedimiento que está prohibido en muchos países por su gran poder destructivo y contaminante. En México, varias autoridades están dispuestas a aceptarlo. Pero, claro, se trata a la vez de un método de operación de alto rendimiento económico en el menor tiempo posible y con mínima inversión.

Para entender a grandes rasgos algunos aspectos de este sistema, comencemos por mencionar que Minera San Xavier se propone utilizar 25 toneladas diarias de explosivos con base en nitrato de amonio, diesel y detonantes para tumbar el cerro en por lo menos 80 mil toneladas. De este material resultante serán aprovechables, más tarde, aproximadamente 32 mil toneladas. Ya trituradas, se depositarán en un llano previamente tratado con arcilla para reducir la infiltración del cianuro de sodio hacia el subsuelo. Dieciséis toneladas de cianuro de sodio mezcladas con 32 millones de litros de agua por el sistema de aspersión bañarán el material triturado, provocando así la separación y precipitación de los metales contenidos. Este es el proceso conocido como de lixiviación.

Las explosiones que se pretenden detonar cada día deberán acabar aproximadamente con un kilómetro de montañas. Luego las explosiones continuarían hacia el subsuelo para producir un cráter de un kilómetro de diámetro por aproximadamente 250 metros de profundidad. Al cabo de los ocho años, que es el lapso para el cual está diseñado el proyecto, en el llano de lixiviación se habrá formado una montaña de material saturado de cianuro de unos 80 millones de toneladas.

Lo más significativo y, está por demás decirlo, peligroso, es que tal montaña de material contaminado quedará a 9 kilómetros de la ciudad capital y muy cercana a otras comunidades. Además en el ejido Palma de la Cruz quedarían otros 120 millones de toneladas de material con grandes contenidos de sulfuros, que no podría ser lixiviable.

Un grupo de investigadores del Instituto Politécnico Nacional, a petición del gobierno del estado, analizó la manifestación de impacto ambiental elaborada por Minera San Xavier. En su resolutivo asentaron que no se cuenta con la capacidad técnica ni económica para controlar las montañas de materiales contaminados que generaría el proyecto. Por tanto, como explicaremos en las próximas entregas, la minera enfrenta, entre otros obstáculos, la negativa de la Secretaría de la Defensa Nacional de autorizar la explosión de tal magnitud de detonantes y varias condicionantes de la Secretaría del Medio Ambiente. A pesar de estas negativas oficiales, la compañía presiona por diversos medios legales y extralegales a otras autoridades federales, estatales y municipales. Los más inermes son, por supuesto, los habitantes mismos de Cerro San Pedro, los de la capital de San Luis Potosí y los de comunidades cercanas.