Opinión:

OCDE. Estudio Económico de Chile, 2010 (Bajar resumen):

Fuente: www.lanacion.cl, 7 de febrero de 2010

Un abuso profesional

Por Darío Zambra B./ La Nación Domingo

Grandes empresarios, médicos, dentistas, abogados y arquitectos crean sociedades para pagar menos impuestos. Es un mecanismo extendido, que incrementa la inequidad tributaria y abusa de un vacío legal que la OCDE criticó fuertemente. “El gobierno debiera poner fin a su existencia”, fue su recomendación.

Depende del cristal con que se mire. Por lo menos los grandes empresarios y los economistas de derecha han preferido ver los informes de la OCDE -el club de los países desarrollados del que Chile ya es miembro- desde la perspectiva que más les acomoda.

El último reporte sobre nuestro país, publicado la semana pasada, no fue la excepción. Nuevamente los empresarios vieron sólo lo que querían ver y destacaron que la OCDE una vez más recomienda reducir o eliminar las indemnizaciones por años de servicio.

Nada dijeron de otras recomendaciones, como la que propone terminar con una de las inequidades tributarias más extendidas en Chile.

En su reporte, la OCDE asegura que la brecha que existe entre la tasa de impuestos que pagan las empresas y la tasa máxima que se la aplica a las personas incita a los individuos de altos ingresos a mantener sus recursos en sociedades creadas con el único fin de pagar menos tributos.

“El gobierno debiera poner fin a la existencia de este vacío jurídico”, recomienda en forma tajante el organismo.

En Chile, las empresas pagan un impuesto que equivale al 17% de las utilidades que perciben al año.

En tanto, las personas pagan como impuesto a la renta una tasa que va desde el 0% para las personas que ganan menos de 493 mil pesos, hasta 40% para quienes tienen ingresos mensuales sobre los 5.475.000 pesos.

Esa brecha entre ambas tasas es una de las razones que explican el abuso de este mecanismo que critica la OCDE.

No es la única. Cuando un empresario recibe los dividendos de una sociedad, sólo paga el impuesto a las personas -o de segunda categoría- una vez que retira esas utilidades.

“No tributan por los beneficios que tuvieron en un año, sino por lo que retiran y si no lo hacen, no pagan ese 40%. Con eso se genera un estímulo para dejar la plata dentro de la empresa”, explica el ex jefe de Estudios del Servicio de Impuestos Internos (SII), Michael Jorratt.

Con ese estímulo se persigue que las utilidades de una compañía sean reinvertidas, en especial en activos productivos. Ese sería el espíritu de la ley. Sin embargo, la experiencia demuestra que eso no siempre es así.

Algunos expertos han calculado que más del 50% de esos dividendos no retirados están en empresas que tienen el giro de sociedades de inversión y están en instrumentos como depósitos a plazo y fondos mutuos.

El porcentaje restante estaría reinvertido en activos productivos, como maquinarias y bienes raíces.

“Eso significa que el sistema como instrumento para incentivar la inversión es malo. Lo mismo que la gente hubiera ahorrado de manera personal, lo está haciendo a través de una empresa, porque tenía un regalo. Por eso tal vez no sea el mejor mecanismo para cumplir ese objetivo”, sostiene Jorratt.

DENTISTAS Y MÉDICOS

“Individuos con ingresos elevados”. Así identifica la OCDE a quienes han abusado de este vacío jurídico para eludir impuestos.

El reporte asegura que el Ministerio de Hacienda ha calculado que las pérdidas de ingresos fiscales asociadas a la postergación del pago de impuestos por estas utilidades retenidas sería cercano al 2% del PIB.

De ese total, los mayores montos estarían concentrados en la utilización por parte de grandes empresarios, que mantienen sus dividendos en estas empresas.

Un experto asegura que “si viéramos la declaración de impuestos de empresarios importantes y conocidos, deben declarar como renta personal alrededor de cien millones de pesos. No es que estén evadiendo, pero quizás es lo que sacan para vivir y el resto lo tienen en las empresas”.

El subdirector jurídico del SII, Pablo González, recuerda que no todas las sociedades de inversión son entes destinados a eludir.

“No son un vehículo de elusión per se, sino que se pueden utilizar en la medida que se abuse de este sistema que permite mantener las utilidades en la compañía. Y hay que aclarar que a mayor cantidad de ingresos, mayor es la necesidad de administrar las inversiones a través de una sociedad”, precisa.

Si bien los grandes empresarios explican la mayor parte del monto, los profesionales de altos ingresos usan con más frecuencia este mecanismo.

Es habitual que arquitectos, abogados, médicos, odontólogos y, recientemente, también economistas creen sociedades a través de las cuales reciben utilidades, las mantienen en la sociedad y, de esa forma, postergan el pago del impuesto a la renta.

Es frecuente que este tipo de sociedades no tengan ningún tipo de activos productivos ni empleados y que la señora del profesional y sus hijos mayores de 18 años aparezcan como socios en la compañía destinada a eludir impuestos. Un conocedor de este abuso asegura que en esto “los dentistas son un clásico y dentro de los médicos hay bastante que cortar”.

Un auditor que asesora a estas personas de altos ingresos afirma que “todos quienes ejercen profesiones independientes, generalmente usan este tipo de sociedades una vez que llegan a unos niveles de ingresos de 40 millones de pesos al año. Eso está dentro de la legalidad. Es algo completamente válido para ahorrarse impuestos”.

En un estudio que realizó para la Cepal en 2007, que la OCDE citó en su último reporte sobre Chile, Michael Jorratt calculó en 30.000 las sociedades de inversión creadas exclusivamente para gestionar los beneficios no distribuidos.

LOS RATONCITOS DE EYZAGUIRRE

Quienes utilizan este sistema son asesorados en la mayoría de las veces por abogados o auditores que conocen al dedillo la ingeniería de este mecanismo.

“Somos nosotros quienes les indicamos cómo aprovechar los gastos e ir pagando los impuestos a medida que se retiran. Recomendamos sacar sólo los fondos necesarios para vivir”, cuenta uno de esos asesores.

Sin embargo, y en la misma lógica de tributar menos, muchos recurren a distintos mecanismos para retirar esa plata sin pagar el impuesto a la renta.

“Es típico que se busquen figuras de elusión para llevarse la plata sin tributar. Eso se hace habitualmente a través de las ganancias de capital, de las cuales hay varias exentas de impuestos”, explica un experto.

El registro en que se contabilizan las utilidades retenidas y que no han tributado con los impuestos personales, se llama Fondo de Utilidad Tributaria (FUT).

Hoy ese fondo acumula de manera global una cifra gigantesca, cercano a los 60 billones de pesos. Ese fondo trajo varios dolores de cabeza al ex ministro de Hacienda Nicolás Eyzaguirre.

Un ex profesional de Teatinos 120 cuenta que el entonces encargado de las finanzas públicas hablaba de los “ratoncitos que se comían el FUT”, refiriéndose a las formas utilizadas para sacar la plata eludiendo el pago de impuestos que reducían el fondo de manera considerable.

González precisa que en ese punto se concentran los esfuerzos del SII. Explica que el servicio tiene un control de las utilidades reinvertidas y de las retenidas y monitorea todo lo que ocurre con esos recursos.

“Tenemos diferentes mecanismos para detectar cuándo se toman utilidades de forma solapada y se llevan a su beneficio propio sin pagar el impuesto personal. Nos preocupamos de que el puente entre la utilidad de la sociedad y la utilidad que llega al socio esté permanente monitoreada. Esa salida es el momento clave en que el servicio observa y fiscaliza el comportamiento del contribuyente”, precisa.

LAS FÓRMULAS

“El gobierno debiera poner fin a la existencia de este vacío jurídico”, fue la clara recomendación de la OCDE. Claudio Agostini, economista de la Universidad Alberto Hurtado, sostiene que ese mecanismo es una fuente de inequidad tributaria, porque dos personas que tienen un mismo trabajo, uno de forma dependiente y el otro independiente y a través de una sociedad, “pagan tributos totalmente distintos. Uno tiene derecho a postergar el impuesto y el otro no”.

Agostini agrega que otra inequidad se produce a través de estas sociedades cuando se adquieren bienes de uso personal que se hacen pasar como gastos, en circunstancias que muchas veces no tienen nada que ver con el giro del negocio.

“Uno ve en el supermercado a gente pagando con una factura las compras para una comida del fin de semana. La gente que tiene sociedad puede ganar la misma plata que gente que no tiene y pagar menos impuestos, porque tira a gasto algunas cosas”, explica.

Son diversas las fórmulas a través de las cuales se puede acabar con este vacío, sostiene Agostini. Una es que las sociedades se vean obligadas a contratar a la persona que realiza un trabajo, de esa forma se le paga un sueldo y se le aplica el impuesto que corresponda, tal como se hace en Estados Unidos.

Propone, además, que se tribute sobre las utilidades devengadas y no sobre las retiradas. Una tercera propuesta es reducir la brecha de tasas que incentivan a optar por este sistema de elusión.

“El impuesto a las empresas podría quedar en 20% o 22% y el de las personas podría bajar a 35%. Esa sería una brecha razonable. Con esas tres medidas, el problema se soluciona en gran magnitud”, explica.

Jorratt coincide en la reducción de la diferencia de tasas: “Si pongo una tasa de 20% pareja para todo el mundo, con un tramo exento amplio, la progresividad del sistema casi es la misma que hoy, porque la tasa de 40% es teórica y en la práctica es más parecida al 20%. Pero hay que tener en cuenta que las reformas tributarias son muy sensibles y quienes toman las decisiones no quieren afectar la inversión. Pero para eso -incentivar la inversión- son buenos los mecanismos de depreciación acelerada”.

Agostini plantea que es fundamental no hacer oídos sordos a esa recomendación de la OCDE que pasó casi de puntillas: “Si de verdad a Chile le importa la desigualdad y quiere hacer algo para reducirla, el sistema tributario progresivo es un buen mecanismo. No es el único, pero ayuda. Pero esta herramienta se está usando mal, porque obviamente no está ayudando a reducir para nada esa desigualdad”.

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LAS CARTAS DE PIÑERA PARA EL SII

Es uno de los rumores que en los últimos días se ha extendido en el gobierno y hasta ahora nadie ha desmentido: Sebastián Piñera le habría pedido a Ricardo Escobar continuar a la cabeza del Servicio de Impuestos Internos (SII). Una petición que causó sorpresa: en la derecha tienen una buena evaluación de su gestión y, además, es un hombre que proviene del sector privado. Sin embargo, Escobar habría rechazado la oferta.

Por eso, entre los asesores de Piñera ya barajan los nombres para escoger al sucesor de Escobar en la dirección del SII. Y las cartas que más suenan son dos profesionales reconocidos en la Alianza y que se mueven como peces en las aguas del gran empresariado chileno. Uno de ellos es Franco Brzovic, socio principal del estudio jurídico Pérez Donoso, abogado de la Pontificia Universidad Católica (PUC) y magíster en Derecho Tributario de la Universidad de Chile. Fue fiscal de los bancos Unido de Fomento, Corpbanca y BBVA, es director de empresas y miembro de las comisiones tributarias de los gremios empresariales más poderosos del país: la CPC y la Sofofa.

El otro nombre en competencia es el del director de Estudios de Libertad y Desarrollo, el abogado de la PUC Axel Buchheister. Es asesor jurídico de varias empresas y trabajó en Price Waterhouse Coopers, una de las firmas auditoras más prestigiosas del mundo.

No corren solos. Se rumorea también que el cargo de director del SII podría quedar incluso en manos del presidente de la Cámara de Diputados, el UDI Rodrigo Álvarez. También egresó de la Facultad de Derecho de la PUC y se desempeñó como abogado de PriceWaterhouse Coopers, en varios estudios jurídicos y como asesor de empresas en materia tributaria. Además, hasta 1999 fue profesor de Derecho Tributario en la misma PUC.