Opinión:

12 de mayo de 2008

El (en)grupo de Chagual

por  Álvaro Toro *

De la noticia referida a que un grupo de 23 ONG, que apoyaron la candidatura de Michelle Bachelet en la elección presidencial del 2005 bajo un compromiso en torno a algunos temas ambientales, habrían desechado el acuerdo por falta de cumplimiento gubernamental, surge la siguiente reflexión:

¿Que sentido tuvo toda la parafernalia que se creo en torno a la adopción de este acuerdo suscrito en el Jardín Botánico Chagual? ¿Se avanzado en algo sustancial en la protección del medio ambiente durante los más de dos años de la actual administración?

De la misma declaración de los desahuciadores del acuerdo se desprende que no hay progresos en materia ambiental. Esta opinión en su momento ya fue advertida con claridad por otros ecologistas y organizaciones socio ambientales (vea opinión de Lucio Cuenca en el Mostrador).

Ahora, para romper el "acuerdo", este grupo pone el acento en un aspecto en particular. Se trataría de la trasgresión al compromiso de "no incorporar la opción nuclear en la política energética del pais". Es un ámbito crítico, sin duda, pero este incumplimiento se produjo ya a fines del 2006 cuando se formo la comisión Zanelli encargada de estudiar el desarrollo de la energía nuclear en el país ¿Cómo se explica, entonces, una reacción tan tardía? Incluso, más allá de esto, si se revisa la lista de los llamados 10 puntos de Chagual, ninguno se ha cumplido, salvo que uno se declare satisfecho con medidas formales, como es la designación de una Ministra de Medio Ambiente.

Las 23 ONG se dejaron seducir el año 2005 con promesas vagas, y a cambio obtuvieron un fuerte impacto mediático momentáneo. Quisieron constituirse en los voceros del ecologismo y explicaban "que era necesario poner condiciones ambientales al modelo de desarrollo". Con lo cual renunciaban, en los hechos, a la critica fundamental que los ecologistas han realizado por más de una década: el principal problema para el medio ambiente en Chile deriva del modelo neoliberal imperante basado en la sobreexplotación de los recursos naturales que es la base de su insustentabilidad.

Hoy aparecen desilusionados y pagando su torpeza política. ¿Porque estos ecologistas se tomaron tanto tiempo para darse cuenta que el actual gobierno en materia de derechos ambientales seguía la huella dejada por el nefasto Ricardo Lagos? Es un misterio. Igual, uno se alegra que, aunque tarde, empiecen a ver la realidad y las consecuencias del desastre ambiental responsabilidad de la Concertación.

Por otro lado, de su declaración surge una segunda y más triste conclusión. Estas personas se declaran representantes de un movimiento ambiental que pronto explotara. Auguran un aumento drástico en los conflictos ambientales del país como consecuencia de esta ruptura. Con afirmaciones de este tipo, se desconoce la denuncia, movilización y lucha que han sostenido numerosas organizaciones sociales, comunitarias, ambientalistas y/o ecologistas en la defensa y promoción de sus legítimos derechos socio ambiéntales. De hecho los conflictos ambientales, grandes y pequeños, con relevancia local o nacional, durante los últimos años se han ido profundizando, y en varios casos los costos ambientales ya son inmanejables.

Ahí tenemos los conflictos por los desastrosos proyectos mineros como es el caso de Pascua Lama en la zona del Huasco, o por la construcción de autopistas concesionadas como son el caso de Acceso Sur a Santiago o el tunel en el cerro San Cristobal, o las luchas de las comunidades mapuches y pescadores artesanales contra el ducto de Celco en Mehuin. Son demasiados, y muy graves, los conflictos ambientales desatados. Las comunidades y organizaciones en conflictos ambientales no se fueron para la casa a esperar que el Acuerdo de Chagual les resolviera sus problemas. Seguramente, nada sustancial cambiara en estas movilizaciones frente a esta nueva decisión, como nada cambio en su momento, cuando se suscribió el acuerdo.

Es alentador que este grupo de ONG, que con rapidez se dejaron seducir con promesas fáciles, llegando incluso a intentar hipotecar las demandas y luchas ambientales, hoy reconozcan su grave error y enmienden rumbo. Además, es significativo constatar, como experiencia, que el gobierno y el mundo empresarial con prontitud comprendió que estas "organizaciones ecologistas" no tenían capacidad de contener las movilizaciones por la justicia ambiental y, por lo mismo, dejaban de serles útiles.

La autoridad política en materia ambiental a respondido permanentemente, al igual que en otros terrenos de las luchas sociales, con el garrote y la zanahoria. Justamente, las ONGs que hoy aparecen retirando su apoyo al gobierno, han sido un fuerte sustento del aspecto de la zanahoria gubernamental. Bienvenidas todas ellas al encause de las luchas sociales. Que bueno, por fin, se dieron cuenta que fueron simplemente "engrupidas".

Finalmente, reiterar que es positiva la denuncia del engaño que hace este grupo de ONG ambientales. Y más positivo aun es su disposición, ahora sin compromisos gubernamentales, a volver a poner énfasis en las demandas socio ambientales. Eso si, uno debiera advertir, que no se vuelva a repetir el tongo, una vez puede sonar a ingenuidad o simple torpeza, pero una reiteración de este tipo de conductas significa oportunismo, manipulación y franca complicidad. ____________

Álvaro Toro es encargado del Área Jurídica del Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA).