Columna de opinión

 

Plan Transantiago: De espaldas a la ciudadanía

 

Lucio Cuenca Berger

Coordinador Nacional Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales OLCA

 

 

Desde un comienzo, el Plan de Transporte Urbano de Santiago (PTUS) conocido después  como Transantiago, ha pregonado su interés por la participación ciudadana. Por sus objetivos, este plan resolvería los grandes problemas de nuestra urbe terminando con la  congestión vehicular y la molesta contaminación. Pero lo más importante, es que nos entregaría un servicio seguro y de calidad. Sin embargo, hoy cuando este plan nuevamente tambalea por los conflictos de interés que lo cruzan, es bueno hacer algunos comentarios

 

En el diseño de este Plan, se ha impuesto que el ferrocarril metropolitano Metro sea el eje estructurante. Ello, con un alto costo para todos los chilenos por las grandes inversiones que esto requiere (U$ 2000 millones ). Este servicio de transporte público representa hoy el 4,5 por ciento de los viajes y con las nuevas líneas llegará a cubrir el 9 por ciento del total de viajes.

 

Los aspectos técnicos, económicos y de diseño de este plan ya están definidos y formulados en las bases de licitación. Es decir, la relación de precio y calidad del servicio en gran medida ya está definida por los parámetros establecidos así como por las medidas técnicas y las instancias políticas que lo conforman.

 

Los aspectos ambientales quedaron incorporados en los estándares básicos definidos de forma general, pero en la licitación solo es un factor definitorio en caso de empate de  algunas propuestas. El factor ambiental no se premia y no significa puntaje o incentivo para definir dicha licitación. En las semanas recientes se formuló un llamado a expresar intenciones para el desarrollo de una Evaluación Ambiental Estratégica que incorporaría  la participación ciudadana. Sin duda, esto podría convertirse en un hecho importante  para los 11 programas que restan del PTUS pero en el Plan Transantiago lo estratégico, ya está definido.

 

No obstante, todo lo resuelto hasta hoy, se ha hecho sin la participación de los/as “beneficiados/as”.Solo tienen cabida los intereses económicos y políticos. Queda claro que quienes están detrás de este moderno Plan de transporte son personas que no hacen uso de los medios que a diario utilizan cientos de santiaguinos para desplazarse desde y hacia sus lugares de trabajo. Se trata de gente que desconoce las necesidades reales de los usuarios de los medios de transporte tradicionales y que solo busca construir una ciudad a su antojo, omitiendo las demandas de los verdaderos beneficiados.

 

Primero fue el ex ministro Germán Correa y luego Aldo Signorelli, los que habían adquirido un compromiso de incorporar la vapuleada Participación Ciudadana.  Este último, en agosto del año 2003 y ante representantes de muchas organizaciones ciudadanas ( Juntas de Vecinos, Organizaciones de mujeres, ambientales, consumidores, discapacitados, ONG y otras), se comprometió a crear un Consejo Consultivo Ciudadano, olvidando más tarde la convocatoria y consulta pública,

 

Seguramente los conflictos de interés que ha enfrentado este Plan de transporte urbano,  tanto en su diseño como en su implementación serían resueltos en forma diferente si representantes de la ciudadanía estuvieran presentes en el proceso de toma de decisiones. Sería pertinente que en la cuenta que entregue el Directorio del Transporte de Santiago y la Coordinación General, se incorpore este importante aspecto desde el punto de vista de las decisiones y también de los recursos definidos para ello ($ 400 millones).