Fuente: El Mercurio 11 de septiembre de 2005

Espinas de la salmonicultura

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POLÉMICA. Condiciones laborales y royalty se suman al tradicional menú ambientalista con que se ataca al sector:

Tompkins repuso en el tapete los temas sensibles de la industria, como su sustentabilidad ambiental y su expansión, lo que la obligará a enfatizar el diálogo social. Porque a la luz del caso Celco, no están los tiempos para dejar que las críticas alcancen mucho eco.

por Sandra Novoa y Carla Selman

Para cultivar salmón hay que tener tanto cuidado como para comerlo. Porque las organizaciones ecologistas están permanentemente buscándole espinas a esta industria, mientras los exigentes consumidores del mundo desarrollado desmenuzan meticulosamente el producto antes de aceptarlo.

Pero este escrutinio podría intensificarse si los recientes cuestionamientos de Douglas Tompkins a su sustentabilidad y su respaldo al llamado de grupos ambientalistas a "congelarla" constituyen, como se presume, una declaración de guerra.

Aunque el millonario conservacionista siempre ha sido acérrimo detractor de la salmonicultura -en los últimos cuatro años habría aportado unos US$ 250.000 a Organizaciones No Gubernamentales (ONG) para trabajar en este tema-, hace rato que no arremetía mediáticamente. Actitud que en el sector atribuyen a que no quería dar más motivos para alimentar el lobby en contra de que le otorgaran a su parque Pumalín estatus de santuario de la naturaleza, y una vez sacramentadas sus tierras volvió a la carga.

La tesis es refutada por él: "Por qué meten ambos temas en el mismo saco. Pumalín es un proyecto de conservación de tierras, la salmonicultura es un tema medioambiental que afecta al mar. No veo la conexión".

Ésta estaría en impedir que se desvalorice su proyecto: no invirtió millones para erigir un santuario verde... rodeado de jaulas de peces. Ha declarado que pretende proteger las costas del parque del desgaste del fondo marino ocasionado por esta actividad y financia investigaciones científicas para demostrarlo.

Asegura tener un extenso registro fotográfico aéreo de impactos de la contaminación de los centros de cultivos en las áreas costeras terrestres y marinas adyacentes a Pumalín. En 2003 solicitó a la Universidad Austral de Chile y al National University of Ireland-Galway una investigación en los fiordos Pillán y Riñihué, que determinó "pérdida de hábitat y biodiversidad".

Y como nunca escatima a la hora de conseguir lo que quiere, se especula que orquestará una campaña a nivel local, aprovechando el vuelo que el tema ambiental tomó en la opinión pública con la muerte de los cisnes en el río Cruces, que implicó el cierre de la planta de celulosa Valdivia.

Claro que lo más complicado sería lo que pueda hacer a nivel internacional, para afectar la demanda. ONG verdes insinúan que en conjunto con el magnate están en "conversaciones" con consumidores de Canadá y Estados Unidos.

El empresario conminó además a Fundación Huinay, de Endesa, a hacer frente común. Allí aclaran que no están en conflicto con nadie y que sólo hicieron una presentación a la Corema de la X Región para informarle que pedirán al Gobierno que les prorrogue el decreto supremo que por cinco años les reservó espacio en el Fiordo Comau para conservación e investigación (vence el próximo año) y consignar que la instalación de salmoneras ahí constituiría violación de un área protegida.

Según Tompkins, a pesar de que Huinay cuenta con un sector protegido de 15 kilómetros, se han seguido otorgando concesiones acuícolas en sus inmediaciones.

En la Asociación de la Industria del Salmón descartan estar en el ojo de algún huracán: "Si (Tompkins) tiene aprecio por nuestro país, sería muy egoísta al tomar una medida de ese tipo, que castigue exportaciones que generan trabajo", afirma el gerente general, Rodrigo Infante. Explica que como los mercados son muy sensibles a la información sobre los estándares de producción, sí tienen aprensiones de que cualquier cosa que se difunda tergiverse la realidad.

En todo caso, fuentes del sector aseguran que Tompkins fue tema obligado de los últimos directorios del gremio.

Congelar o no congelar

La propuesta de moratoria surgió de los opositores más profundos a la salmonicultura. Entre ellos está Océana, que afirma haber sido una de las primeras en lanzar esta propuesta. Su meta es que el Gobierno deje de entregar concesiones mientras esta industria no adopte prácticas sustentables, y está haciendo un catastro de focos de contaminación.

El Observatorio de Conflictos Ambientales (OLCA) está en la misma línea: "No puede ser infinita su expansión; se está extendiendo a zonas protegidas y turísticas; debiera salir de los fiordos", dice su director Lucio Cuenca.

Tompkins detalla que la propuesta de suspensión temporal de entrega de concesiones salmoneras obedece a los insuficientes estándares ambientales y sanitarios. Como también a la incapacidad, "y en algunos casos, falta de voluntad política, para regular un sector que pretende duplicar su actual producción en 2010". Menciona que la Dirección del Trabajo de la X Región controla el cumplimiento de la normativa sólo en 12 % de esta industria y el Servicio Nacional de Pesca (Sernapesca) durante 2004 fiscalizó 10 % de los centros de cultivo.

Terram, liderada por Rodrigo Pizarro, difiere de la moratoria: "Esta actividad puede coexistir con otras si se mejora el ordenamiento territorial y se avanza hacia una regulación más activa. A fin de año esperamos entregar un código ambiental y otro social, más una propuesta de gestión integral del borde costero".

A nivel del Gobierno, la "sugerencia de Tompkins" no tiene lugar. El subsecretario de Pesca, Felipe Sandoval, comenta que sería un despropósito frenar la actividad para redefinirle la cancha: "Las exigencias ambientales son dinámicas; hace una década eran distintas a las de hoy, y las actuales quedarán obsoletas en cuatro o cinco años. Con esa lógica nunca se podría partir".

Enfatiza que aun si no hubiera ningún organismo fiscalizador en Chile, este sector debe estar sometido a las normas de los países compradores.

Añade que hace poco vino una Comisión de la Comunidad Europea a revisar las plantas, y si en su informe concluyen que no cumplen con los requisitos no les permitirán exportar hacia allá. Y para demostrar que en el mercado la información vuela, cuenta que hace un tiempo una empresa noruega tuvo una denuncia laboral que le generó problemas en su país.

Según Infante, tras planteamientos como la moratoria hay muchos mitos: "Podemos crecer sin hipotecas ambientales porque año a año mejoramos los estándares productivos. Como toda actividad generamos impacto, pero está regulado por el Reglamento del Medio Ambiente y la Acuicultura (RAMA)".

Claro que el RAMA recién entró en vigencia en 2003, lo mismo que el Reglamento Sanitario para la Acuicultura (RESA). Entre 2004-2005 el Sernap ha cursado 114 infracciones en un total de 1.126 cultivos inspeccionados. Entre las más comunes están la no entrega del informe que permite monitorear el área de sedimentación de los centros de cultivo, ausencia de planes de contingencia para escapes de organismos e inapropiada disposición de desechos.

Infante hace hincapié en que aparte de la certificación que les da Sernapesca -"basada en estándares mundiales porque los tratados de libre comercio exigen homologarlos"-, a nivel mundial se ha impuesto la tendencia de "buenas prácticas voluntarias", más exigentes.

Por eso, hace dos años suscribieron un acuerdo de producción limpia, que finalizó en septiembre del año pasado. Terminó con un promedio de 75% de cumplimento en los procesos de las plantas y 93% en centros de cultivo. Doce empresas obtuvieron la certificación por cumplir 100%.

Rodrigo Pizarro, de Terram, admite que la industria ha avanzado en esta materia, pero que en gran parte estos cambios han sido jineteados por las presiones ambientalistas.

El gerente del gremio salmonero afirma que es otro mito decir que el sur esté copado por los centros de cultivo: "Chile tiene 55.000 km de costa, de los cuales el 95% está de Puerto Montt al sur".

Los conflictos de interés sobre el uso del borde costero radican en que a comienzos de los '90, cuando se definieron zonas aptas para la acuicultura en las regiones X, XI y XII, sólo se pensó en la salmonicultura y se le otorgaron áreas muy amplias. Desde hace un tiempo, los gobiernos regionales se abocaron a redefinir el plano regulador, lo que restringirá bastante la asignación original (las 900.000 hectáreas de la XI Región bajaron a 400.000).

Respecto de los llamados a sacar la salmonicultura de lagos y fiordos, el subsecretario explica que la autorización para nuevas instalaciones en lagos y lagunas se congeló en 1991. Los fiordos sí son concesionables porque están definidos como áreas aptas para acuicultura.

El diálogo social

Hoy los salmonicultores deben someterse a otros tests aparte del ambiental, que también podrían ahumar el negocio. Como sus prácticas laborales o la relación con las comunidades aledañas.

Los cuestionamientos hablan de precarias condiciones en que operan las trabajadoras, especialmente en compañías subcontratistas, y la inseguridad laboral (en los primeros ocho meses del año habrían muerto 11 empleados, entre buzos y operarios), prácticas antisindicales y remuneraciones bajas. Las ONG están permanentemente sacando informes al respecto.

Infante se defiende. Dice que la renta promedio de los operarios, incluidos los bonos y regalías, es de $280.000. Argumenta que están en regiones donde la escolaridad y la capacitación son bajas, por lo que han tenido que invertir en eso, a fin de que manejen las tecnologías.

"Respecto de la seguridad, las mutuales hacen una intensa labor para instaurar una cultura, porque muchos buzos se resisten a usar chalecos salvavidas. Y el nivel de sindicalización aquí es mayor que el promedio del país, con cerca de 30%".

Lo cierto es que al igual que en los otros ámbitos, la fiscalización a este sector es bastante reciente. La Dirección del Trabajo inició un programa específico recién a partir de 2002, según el cual las infracciones a las leyes laborales han ido bajando. Entre enero y julio en la X Región hicieron 195 fiscalizaciones.

Los salmonicultores tampoco pueden descuidar el flanco político. El senador Camilo Escalona y el diputado Fidel Espinoza, ambos socialistas, plantean que esta industria debe pagar un impuesto para mitigar su impacto, financiar investigación y capacitación; y para que la infraestructura pública de estas regiones vaya a la par.

A juicio del gremio no se justifica un royalty, porque a diferencia de la minería trabajan con un recurso renovable, que se va a "producir por cientos de años". Otro ámbito sensible es su relación con la sociedad: hay sectores que lo acusan de enfrentar con soberbia las críticas.

Y en eso está, desarrollando programas de responsabilidad social y acercándose a las ONG. Participó en el "Diálogo sobre salmonicultura", impulsado por la organización ambientalista WWF.

En octubre del año pasado, la Universidad de los Lagos les hizo una encuesta para conocer la percepción de la industria en la zona. Ésta arrojó que el 81,5% tiene una percepción positiva, 80% piensa que ha generado empleos en los últimos 5 años, pero sólo 30% considera que paga bien a sus trabajadores. Lo que les dejó claro dónde tienen que poner el énfasis.

EN CIFRAS
  • US$ 1.439,7 millones exportó en 2004 la industria del salmón. Para este año se proyecta un aumento de cerca del 10%.
  • 99% de la producción se exporta.
  • 45.000 empleos genera hoy la industria del salmón, concentrados en la X y XI Región.
  • 80% de las exportaciones de salmón chileno se destinan a EE. UU. y Japón.
Qué pasa en Noruega

La salmonicultura recoge críticas en todo el mundo. Ni siquiera Noruega, el mayor exportador de salmones, se salva. Según grupos ecologistas, los cultivos ya han dañado hábitas naturales en el país nórdico.

Esta industria, que allí comenzó en los 60, que se expande por los 21.000 kilómetros de costa y que genera más de 14.000 empleos, gestiona unas 850 licencias, otorgadas por la Dirección de Pesca de esa nación. Esta entidad se asegura de que el funcionamiento de la granja no tenga un impacto negativo para el medio ambiente.

Sin embargo, Juan Carlos Cárdenas, director de Ecocéano, acusa de doble estándar a las empresas internacionales que operan en nuestro país. Afirma que en su nación de origen cumplen con las reglas ambientales, pero no así en Chile, donde "tenemos los estándares más bajos a nivel ambiental, laboral y sanitario".

Con esto difieren en la industria. Rodrigo Infante, gerente general de SalmonChile, es tajante: "No es efectivo que vengan a trabajar acá con menores normas", sostiene. A esta afirmación se suma Francisco Ariztía, presidente de Mainstream Salmones, de la noruega Cermaq, quien asegura que los reglamentos ambientales chilenos son muy similares a los del resto del mundo. Aunque destaca que los noruegos tienen una gran ventaja, pues para ellos "los conceptos de licencia (permiso para producir salmones) y concesión (porción de agua donde aplican la licencia) son independientes. Eso significa que pueden mover sus licencias entre distintas concesiones, lo que les da mayor flexibilidad para controlar los impactos, por ejemplo, de centros con poca corriente o profundidad", y de esta manera se puede fiscalizar la acumulación de materia orgánica bajo las jaulas.