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Fuente: Diario Siete (16/06/05)
El movimiento ciudadano de Valdivia es el que tiene hoy a CELCO en jaque
Los ciudadanos que desafiaron al gigante
Ximena Muñoz Diario Siete
El cierre de la planta Valdivia, anunciado por Celco, es
un triunfo conseguido "a pulso" por los miembros de Acción por los
Cisnes, una agrupación ciudadana que nació para desafiar a uno de los
conglomerados empresariales más potentes del país
Abogados, médicos, veterinarios, académicos, dirigentes vecinales,
pequeños empresarios y estudiantes, entre otros valdivianos, integran
esta red, cuyos integrantes detestan que la llamen "ambientalista" y
que insisten en que es "ciudadana".
La cara más conocida de Acción por los Cisnes en la zona de Valdivia es
el principal vocero del movimiento, José Araya. Es profesor de historia
y geografía y trabaja en Acción por los Cisnes desde que esta se
formara el año pasado, a raíz del daño al santuario de la ciudad.
Araya se integró al grupo desde su inicio. Él participaba en Acción por
los Ríos, una entidad que se fundó en 1996, en rechazo a la instalación
de la planta Celco. Esta organización también la integraban empresarios
turísticos, miembros de organizaciones de Derechos Humanos como el
Codepu, y ciudadanos de distintos sectores.
El segundo rostro más visible de Acción por los Cisnes es el de
Vladimir Riesco. Este abogado local se integró a fines del año pasado
al movimiento, y de inmediato emprendió una lucha jurídica frontal
contra Celco. De hecho, fue el primero que puso en jaque a la empresa
en abril de este año, cuando la Corte de Apelaciones de Valdivia ordenó
la paralización de la planta, lo que fue revocado por la Suprema la
semana pasada. Fue en ese fallo del máximo tribunal donde detectó el
error que atribuyó un informe a la U. de Concepción, lo que desató la
crisis que terminó con el cierre actual de la industria.
Otro perseverante e "idealista defensor del humedal", como se
autocalifica, es el médico ginecólogo Eduardo Israel. Él llegó a vivir
a Valdivia a los seis años. Allí estudió y en la U. Austral se formó
profesionalmente.
Israel es un amante del santuario. "Es el regalo que Dios nos dejó
después del terremoto", afirma cada vez que puede. El médico sobrevuela
habitualmente el humedal, para monitorear el avance de la contaminación
y la muerte de las aves.
Junto a su amigo, el veterinario Daniel Boroschek, constituyeron lo que
muchos llamaron "la patrulla ecológica", porque mientras uno
monitoreaba la situación del santuario desde el aire, el otro lo hacía
desde su lancha, en el río Cruces.
Entre ambos salvaron a muchos ejemplares de distintas especies, no sólo
cisnes, y consigueron la impactante fotografía aérea que mostró el
avance hacia la ciudad de una gran mancha café (una masa de sedimento)
en las antiguas aguas cristalinas del río Cruces.
En 1998 decidieron eliminar el monitoreo sobre los efectos de la la planta Valdivia sobre el principal alimento de los cisnes
EL ACUERDO ENTRE CONAMA Y CELCO QUE ORIGINO LA CRISIS
Rápidas y fluidas negociaciones, llevadas a cabo en 1998 y principios
de 1999, entre altas autoridades ambientales y ejecutivos de Celco
dejaron fuera de la Resolución de Calificación Ambiental (RCA) de la
planta de celulosa de Valdivia el programa de monitoreo al luchecillo
(alimento de los cisnes) y otras especies biológicas del humedal Carlos
Anwandter.
Un asesor de la Conama en aquella época, aseguró a Diario Siete que
esas conversaciones "ablandaron la mano" de la autoridad en relación a
las exigencias ambientales que se le pedían a Celco para que iniciara
sus operaciones en San José de la Mariquina.
Inicialmente, Celco quería descargar sus residuos en el mar, en la zona
de Mehuín, pero protestas de pescadores lo impidieron. Eso significó
que la autoridad aceptara que la planta botara sus desechos líquidos en
el río Cruces. Pero la Conama exigió entonces un sistema de tratamiento
terciario, caro y complejo. La firma accedió, pero a cambio pidió sacar
de la RCA la obligación de medir los posibles efectos de metales
pesados, resultantes de la operación de la industria, sobre el
luchecillo.
Seis años después, un estudio de la Universidad Austral, encargado por
la actual directora de Conama, Paulina Saball, demostró que fue
precisamente la desaparición del luchecillo lo que provocó la muerte y
migración de los cisnes.
Lo sorprendente es que cuando se constató que la muerte de las aves se
debía a la desaparición del vegetal, en enero de este año, ni Saball ni
el resto de las autoridades de la Conama informaron que ya en 1998-1999
se había sospechado que la industria podía afectar al principal
alimento de los cisnes y que se había sacado de la RCA el plan para
monitorear esa situación. El silencio de la entidad ambiental se matuvo
hasta hoy.
DOCUMENTO OLVIDADO
Diario Siete tuvo acceso, en forma exclusiva, al documento que
comprueba que inicialmente se hicieron exigencias para medir los
problemas que la planta podía provocar en el alimento de las aves,
monitoreos que finalmente fueron retirados de las mediciones.
El texto puede ser visto en la web de Conama, que exhibe la RCA del
proyecto Valdivia aprobada en octubre de 1998. En ella aún figura el
programa de monitoreo sobre el efecto de los metales pesados sobre el
luchecillo (de nombre científico egeria densa). Pero ese programa nunca
se aplicó, porque en febrero de 1999 se hicieron cambios que no
quedaron registrados en esa RCA. No obstante, esas modificaciones se
pueden ver en otro documento que figura en la web de Conama, denominado
Recurso de Reclamación que presentó Arauco poco después de aprobado su
permiso ambiental.
El recurso fue acogido por el Consejo Directivo de la Conama, el cual
integran todos los ministros de Estado. De esta manera, se eliminó del
programa la variable "Análisis de comunidades biológicas", según el
cual la firma debía efectuar el siguiente monitoreo semestral:
-Variación de abundancia del mamífero Lutra provocax (huillín o especie de nutria) y de sus ítemes alimentarios.
-Seguimiento de los contenidos de contaminantes en los principales ítemes alimentarios de lutra provocax.
-Monitoreo de bioacumulación de metales pesados en especies Diplodón (chorito de agua dulce) y Egeria densa (luchecillo).
El documento dice textualmente: "En lo referido al seguimiento de las
comunidades biológicas, se estima procedente acoger la solicitud del
reclamante (Celco), en el sentido de eliminar el seguimiento de lutra
provocax y monitoreo de bioacumulación de metales pesados en las
especies diplodón y Egeria densa".
¿Por qué se eliminó esa variable del monitoreo, si se pensaba que su
seguimiento podría ser un indicador de contaminación en el santuario
producto de la producción de celulosa? Al respecto, opinan dos
académicos que han estudiado el tema por petición de la Conama.
"FUE UN ERROR DE CONAMA"
Diario Siete solicitó una opinión a quien fuera director de la Conama
de la Décima Región entonces, Raúl Arteaga. El profesional se desempeña
actualmente en la unidad de seguimiento de la entidad en Santiago, pero
no estuvo disponible.
En cambio, los académicos Claudio Zaror, de la U. de Concepción, y Eduardo Jaramillo, de la U. Austral se refirieron al tema.
Jaramillo indica: "Fue un error de la Conama dejar fuera del monitoreo
esta variable, porque las comunidades biológicas son los mejores
indicadores de una posible contaminación. Lo mismo pasa con el
sedimento y con los organismos ventónicos, que son los que viven
enterrados en el sedimento, como gusanos, machas o almejas. Ellos son
buenos bioindicadores porque acumulan metales pesados. De hecho, es
mejor indicador el sedimento que el agua que va pasando".
El académico recordó: "En ese tiempo, gente de Sernapesca insistió en
el monitoreo del luchecillo, porque tenían la experiencia suficiente
como para darse cuenta de que era importante que las comunidades
biológicas, como esa planta, debían ser monitoreadas en el tiempo".
- ¿Es posible que el monitoreo de estas comunidades biológicas, hubiese evitado el daño al humedal?
-Claro. Si se hubiera estado monitoreando el luchecillo en forma
periódica, nos habríamos dado cuenta de que algo estaba pasando con las
plantas. Si así era, podríamos haber observado alguna relación con las
aves que estaban yéndose del santuario y posteriormente muriendo.
También, podríamos haber relacionado ello con los datos de calidad del
agua. Todo esto lo digo en sentido figurado, si nosotros los hubiésemos
estado haciendo, porque los monitoreos los contrata la empresa con
quien ellos quieran.
El ingeniero Zaror, experto en la industria de celulosa, estudió los
informe de monitoreo emitidos por Celco Valdivia a la Conama. Zaror
confirmó que cuando él estudió los informes de la empresa, a solicitud
de la Conama, no se encontró "con monitoreo de comunidades biológicas,
sino sólo de aguas y metales pesados".
-¿Le parece que la Conama debió haber dejado la exigencia de monitorear las comunidades biológicas?
-A la luz de los acontecimientos, claro que sí. Por eso en la última
modificación de la RCA que hizo la Corema (el pasado 25 de mayo), se
repone ese requisito de monitoreo. Este requisito se le hace a la
empresa a la luz del trabajo que realizamos.
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