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Comunicaciones OLCA, 25 de Agosto de 2006

La carta que El País no ha publicado:
Testimonio de un ciudadano español sobre el desastre de Endesa en el Bío Bío

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Estimado Sr Director:

He asistido atónito al atropello que una de nuestras empresas, Endesa, realiza en un país en desarrollo como es Chile. Bajo pretexto de ayudar en este desarrollo, esta empresa se ha convertido en el principal productor de energía hidroeléctrica en este país. Sin embargo, su política de construcción de represas le ha llevado a la instalación de dos de ellas en el río Bio-Bio, las cuales se denominan Pangue y Ralco, siendo esta última la tercera mayor a nivel mundial.

Dejando aparte los impactos medioambientales que han supuesto para el hábitat natural del río y su entorno así como las consecuencias para los habitantes de la zona (en su mayoría de las etnias pehuenche y mapuche) y sin justificarlo en ninguna manera, esta empresa ha dado un paso más lejos: la regulación del caudal del río sin tener en cuenta las poblaciones aledañas a éste.

Recientemente hubo un frente de mal tiempo que dejó intensas lluvias por toda la región del Bio-Bio y del cual se sabía con antelación de días. Como consecuencia, el nivel de las aguas del río aumentó, pero en un alarde de inaptitud, impropio en una empresa de este nivel, abrieron las compuertas demasiado y demasiado tarde, sobrepasando con creces el cauce natural del río. El efecto de ello fue la producción de una inmensa ola que, a medida que fue desplazándose por el río hasta su desembocadura, fue provocando la ruina para un número indeterminado de familias (la mayoría de ellas de escasos recursos). En menos de pocas horas mucha gente vio hundirse todos sus enseres, su hogar y sus familiares.

Las imágenes que se emitieron por las televisiones locales no tenían que envidiarle en nada a las que se emitieron con motivo del huracán Katrina en Nueva Orleáns al siguiente día del incidente. En mi opinión fueron dos errores concatenados los que desataron esta catástrofe. En primer lugar, no se vaciaron las represas adecuadamente, con mesura, en cuanto se tuvo conocimiento del frente que se avecinaba, sin duda porque ello significaría grandes pérdidas de dinero al no generarse electricidad. En segundo lugar, cuando se procedió a vaciar la represa, ya tarde, no se dieron los avisos oportunos a las autoridades competentes como para poner en marcha un plan de evacuación en los sectores de mayores riesgos.

No apelo en este espacio a la desaparición de las represas, pero como comenté al principio de esta carta, suponen una fuente de energía que ayuda en el “desarrollo” de países como Chile. Sin embargo me surgen una serie de interrogantes a la luz de estos antecedentes: ¿acaso Endesa puede decidir de manera arbitraria cuantos metros cúbicos de agua puede evacuar, sin considerar el cauce histórico y natural del río y principalmente el efecto que esto genera en las comunidades? ¿es ésta la clase de “desarrollo” que necesitan? Me pregunto si no existe un organismo o legislación internacional que permita resguardar a los ciudadanos que son atropellados en beneficio de los intereses privados.

He asistido a la impotencia, rabia y tristeza que se siente verse absolutamente indefenso frente a estas grandes y poderosas empresas que ni siquiera aparecen en las comunidades para dar una respuesta o minimizar el daño que causan. No puede ser posible que empresas como Endesa, que vende casi la mayoría de su producción fuera de Chile, se instale aquí generando tanto daño al ecosistema y a la población, sin que exista en estos casos responsabilidad social alguna. Indigna ver que los propios miembros del gobierno local sean los primeros en defender la empresa en la responsabilidad que tiene frente a estos hechos, sin que aún estuvieran claros los antedecentes de cómo sucedieron los mismos.

Como siempre el hilo se corta por lo más delgado y los más afectados son las familias más pobres que no tienen los medios para tener una defensa adecuada que permita hacer frente a esta arbitrariedad. Por si fuera poco, estas familias seguramente volverán el próximo año a padecer las mismas penurias, ya que estos desastres no se conocían antes de la construcción de las represas, mientras Endesa ve subir sus acciones progresivamente.

Decepciona que repitamos patrones similares a los que empresas extranjeras realizaron en nuestro país, como fue el caso del desastre ecológico de Aznalcóllar, por citar alguno. Creo que empresas como Endesa tienen la obligación de actuar con responsabilidad y mayor respeto ante proyectos de la envergadura de Ralco o Pangue. Y por parte de la sociedad civil y los gobiernos de estos países, es obligado el que se organicen para hacer valer sus derechos sociales, ambientales y culturales para que el tan alardeado “desarrollo” sea un proceso que beneficie a todos y no a unos pocos.

José Barea Muñoz.

NOTA
El autor de esta carta, enviada al diario El País, es un físico español que estuvo en la región del Bio Bio en julio pasado y fue testigo directo de los destrozos causados por las inundaciones agravadas por la apertura de las represas de Endesa.