Fuente: Lanacion.cl (21 de septiembre de 2008)

La fiebre negra
Por qué Chile se está llenando de centrales a carbón

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Por Darío Zambra B. / La Nación Domingo

Casi sin darnos cuenta, el carbón está recuperando su protagonismo. Sucede en todo el mundo y en Chile también: los plantas que se están construyendo y tramitando duplicarán la capacidad instalada actual. Las razones de este boom son varias, pero se resumen en que se trata de un negocio redondo. Los más críticos aseguran que sigue tan sucio como siempre.

Una planta a la semana: Cuenta el mito que en China es tanta la demanda energética de su robusta economía, que todas las semanas entra en operación una nueva central a carbón. Esa es la cifra que manejan los analistas del sector para reflejar el actual auge que está protagonizando la energía más contaminante alrededor del mundo.

En Europa, por ejemplo, en los próximos cinco años se pondrán en marcha 50 centrales alimentadas con este combustible fósil. Chile no es ajeno a esta tendencia y hoy las inversiones en este sector están apostando fuertemente por la termoelectricidad, más aún en el contexto de estrechez energética por el que atraviesa el país.

Los pronósticos apuntan a que en el largo plazo, estos proyectos seguirán su curva ascendente. Las cifras de la Comisión Nacional de Energía (CNE) indican que las centrales a carbón que hoy están operando en el país generan 2.043 MW, que representan el 16,4% de la capacidad instalada. Pero según las estimaciones de Electroconsultores, en 2020 este porcentaje se duplicará, superando el 30%.

Lo significativo es que este boom hoy está en su momento álgido: en la actualidad se están construyendo usinas a carbón que tendrán una capacidad de generación de 2.201 MW, es decir, sólo éstas duplicarán el total actual. Eso no es todo. En el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) se están tramitando seis iniciativas de este tipo, que en conjunto aportarán 3.860 MW al sistema. Las cifras lo demuestran: estamos presenciando una verdadera fiebre negra y por ahora parece imparable.

Por descarte: Durante largos años, la tendencia fue diametralmente opuesta. Las plantas que quemaban carbón eran el equivalente del mal, simbolizaban un tipo de generación casi obsoleta y, lo más relevante, los chilenos podíamos importar una energía barata y mucho más limpia.

El gas argentino era tan atractivo económicamente, que nadie perdía el tiempo levantando centrales a carbón. Pero ese era el escenario hace diez años. Después, en 2004, supimos que el gas argentino fue un espejismo, cuando la crisis de este combustible dejó en evidencia tanto la fragilidad de la matriz chilena como nuestra fuerte dependencia energética y la nula cantidad de proyectos que se construyeron en esos años. Al mismo tiempo, la demanda de energía seguía aumentando.

¿Qué hacer? Ahorrar energía y esperar a que los privados aumentaran la capacidad instalada. Así lo están haciendo. Ahí están tramitándose las tremendas centrales hidroeléctricas en Aysén, con sus 2.750 MW que recién estarían operando a pleno en 2018. Existen también dos proyectos de gas natural licuado (GNL) el de Quintero estará listo el 1 de julio de 2009 , pero sólo suplirán las carencias que dejaron los cortes de gas natural argentino.

Las energías renovables no convencionales (ERNC) están entrando tímidamente y aún las empresas las consideran poco rentables. "Con este panorama, lo que los privados decidieron fue que la opción de emergencia y la más pronta era el diésel", explica el consultor Francisco Aguirre.

Sin embargo, todos sabemos que el precio del petróleo se disparó. Entonces, por descarte, la mejor alternativa fue el carbón, que, a juicio del mismo experto, "también es rápido y no es una solución de emergencia, sino definitiva".

A diferencia de un complejo hidroeléctrico como HidroAysén que demora 12 años desde la elaboración del proyecto hasta la fecha en que pretende operar en plenitud , el timing para las plantas que se alimentan con carbón es mucho menor. Los cálculos que manejan en la industria es que una de estas iniciativas toma alrededor de 48 meses en aportar capacidad al sistema, por lo que, frente a la estrechez energética chilena, el carbón parece la opción más rentable para alejar esa estrechez.

Negocio redondo: La ex secretaria ejecutiva de la CNE Vivianne Blanlot sostiene que durante los últimos años tanto el petróleo como el gas natural y el carbón han tenido un alza sostenida en sus precios, producto principalmente de la alta demanda. Pero, cálculos más, cálculos menos, el carbón es que el resulta más rentable.

"Una de las razones de este auge es el precio. Si bien los costos de operar con carbón han subido, sigue siendo mucho más económico que operar con GNL", explica la experta y ex ministra de Defensa.

El carbón sigue teniendo ventaja, pese a que en los últimos diez años la construcción de una de estas usinas haya duplicado su valor; a que su costo de operación es mucho mayor, por ejemplo, que el de las hidroeléctricas, y que hace una década la tonelada de este combustible fósil se transaba en 15 dólares y hoy supera los 110.

En la empresa AES Gener explican, además, que "este es el combustible que se encuentra en mayor abundancia, con más de 150 años de reservas y con mayor diversidad de fuentes geográficas". Si a eso se suman los tres mil dólares por KW que cuesta levantar una planta de este tipo, el negocio para las generadores es prácticamente redondo.

La niña bonita de la inversión: La fiebre negra también se está robando la película en las grandes inversiones. La semana pasada, la Sofofa publicó un catastro con las cien empresas que lideran la inversión en Chile. En la lista aparecían Codelco, HidroAysén, Barrick y Lan, pero, por sobre todas ellas, el primer lugar lo ocupaba AES Gener, con una cartera que superaba los cinco mil millones de dólares.

Lo significativo es que más de la mitad de este monto corresponde a proyectos que apuestan por el carbón, lo que demuestra el peak por el que atraviesan estas inversiones.

Muchos generadores se entusiasmaron con lo atractivo de este negocio y empezaron a abultar el número de proyectos que se tramitan en el SEIA. AES Gener quiere sumar, a las plantas que ya tiene, la usina de Los Robles, que pretende levantar al sur de Constitución, con una inversión de 1.300 millones de dólares.

CAP la siderúrgica de Roberto de Andraca está apostando 460 millones de dólares en el proyecto Cruz Grande, en La Higuera, al norte de La Serena. Y la estatal Codelco no se quiso quedar atrás y, para satisfacer las necesidades energéticas de sus faenas, licitará dos proyectos Energía Minera y Farellones que en total suman 1.550 MW de capacidad y una inversión de 2.800 millones de dólares.

"Se escogió carbón porque es el combustible más abundante y de menor costo en el largo plazo. Pero aceptaremos ofertas con cualquier tecnología y se escogerá la de menor costo integral por 30 años", explican en la cuprífera.

El más sucio de todos: En Codelco aclaran que en sus plantas instalarán "tecnología de punta para abatir emisiones como la desulfurización con agua de mar. Además, no quemarán pet coke y harán un manejo sustentable de ceniza".

En la misma línea, en AES Gener aseguran que en sus centrales incorporan "modernos sistemas de abatimiento de emisiones, y además estamos invirtiendo en plantas existentes, de modo de compensar emisiones de las nuevas centrales con una disminución de emisiones de centrales anteriores".

Sin embargo, en las zonas donde se están instalando estas generadoras, la oposición de las comunidades sigue siendo tan fiera como antes. Es lo que está sucediendo en zonas como Constitución y en La Higuera, donde se pretenden levantar cuatro proyectos termoeléctricos.

Por eso, y pese a sus ventajas económicas, el mayor desafío de estas plantas sigue siendo su daño al medio ambiente: el carbón es el combustible más contaminante de todos, incluso más que el diésel. De hecho, hace dos meses el ministro de Energía, Marcelo Tokman, advirtió que las emisiones de CO2 aumentarán casi a 70 millones de toneladas hoy son 30 millones a causa, principalmente, del uso de este combustible.

Algo que indigna a la directora de Chile Sustentable, Sara Larraín. "Es inaceptable que esta industria siga apostando por el carbón. Creo que esto es una expresión clara de la falta de una política energética de largo plazo en el país. Incluso, aquí no existe ninguna normativa para las termoeléctricas. Eso es insólito", acusa.

Y el socio de la consultora Gescam, Hernán Durán, coincide: "Mientras el mundo está aumentando sus porcentajes de ERNC, nosotros vamos por el camino contrario. Esto pasa porque tenemos un marco regulatorio de hace dos décadas, que dificulta la producción de este tipo de energías y facilita otras, como el carbón".