Proyecto Minero Pascua Lama

Por: Ana María Hurtado 11-02-2008

Pascua Lama, una investigación periodística - I
Decisiones subterráneas: ¿Por qué el oro de Los Andes es norteamericano?

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Por Ana María Hurtado (*)

Pascua Lama es uno de los yacimientos de oro más grandes que quedan sin explotar en todo el planeta. Su ubicación, debajo de tres glaciares milenarios, no será un obstáculo para que la minera canadiense Barrick Gold se lleve toda la riqueza, ni tampoco lo será el hecho de que la frontera entre Chile y Argentina corre en medio del tesoro más preciado de la compañía. Tras dos décadas de importantes cambios políticos a nivel global, contactos a cargo de los mejores lobbistas del mundo y la aprobación final por parte del gobierno chileno, la compañía llevará adelante un proyecto que provocará un impacto enorme en las comunidades locales que han vivido por siglos en los territorios aledaños al proyecto.

La Panamericana es una carretera de contrastes extremos. El kilómetro cero avanza desde la capital chilena hacia el norte, pasando por la zona agrícola más fértil del país que gana fama internacional con sus vinos y frutas a una de las zonas más secas del mundo en sólo 600 kilómetros. Es justo allí, donde termina el país agrícola, donde también la carretera se estrecha y empobrece, y el paisaje se torna tan tedioso que cientos de choferes mueren cada año al volante no de sus destinos, sino del sueño. La Panamericana es, a partir de La Serena, un camino estrecho y peligroso. Es la bienvenida a la porción minera del país: en el norte se encuentra un 40% de las reservas mundiales de cobre –el sueldo de Chile según el dicho popular- y concentra la actividad que aporta con un 16% del PIB chileno (1). Sólo en los últimos años, sus habitantes se han enterado que también allí está una de las reservas no explotadas de oro más importantes del planeta.

El tesoro resultó estar arriba en la cordillera de Los Andes, depositado entre la frontera de Chile y Argentina, y debajo de un complejo de glaciares que alimentan los ríos que riegan el valle del Huasco, la última porción de la zona que se mantiene en torno a la agricultura. De acá salen los “primores” chilenos: las primeras frutas se cosechan ya en primavera para surtir la oferta nacional y también la exportación. Por eso, parronales y olivos trepan como enredaderas por las laderas desnudas de las montañas. Las autoridades dicen que así será por muchos años más: los cultivos seguirán asegurando prosperidad y trabajo para los huasquinos.
El problema es que muchos en el valle, y en todo el país, ya no creen lo que dicen las autoridades. Más bien están convencidos de que ya no hay vuelta atrás, desde que Barrick Gold Corporation, la transnacional aurífera más grande del mundo, obtuvo los permisos ambientales para instalar faenas mineras en lo alto de la cordillera, donde nacen los ríos que riegan los campos.

Ocurrió a principios de 2006, en pleno mes de febrero que es cuando todos los chilenos se van de vacaciones, y tres semanas antes de que Michelle Bachelet, la sucesora de Ricardo Lagos, asumiera la presidencia de la república con bombos y platillos. En esa publicitada “fiesta de la democracia”, como les gusta llamar a los cambios de mando a los políticos de la coalición que lleva 16 años en el poder, hubo muy pocos puntos negros. Quizás un par de tomas en las puertas del Congreso Nacional para la televisión extranjera: un puñado de manifestantes pintados con betún para zapatos con pancartas rezando “No a Pascua Lama”. Aguafiestas minoritarios, al fin y al cabo.
Creen que todavía hay algo por hacer para evitar que la poderosa corporación canadiense, dueña de yacimientos en cuatro continentes, inicie las operaciones de su mina estrella, la que más reservas probadas tiene en su portafolio planetario (2). Quisieran frenar la extracción de 18,3 millones de onzas de oro y 630 de plata en 20 años, que implican ganancias 270 millones de dólares al año (3) con un régimen de impuestos que les parece irrisorio. Dicen que la minería química y la agricultura son incompatibles, que la población del Valle del Huasco terminará como la del resto de la región: pobre y enferma por culpa de la contaminación producida por las grandes compañías mineras que pueblan esa zona del norte de Chile. No entienden cuál es la ganancia para los chilenos con esta inversión extranjera de 1,5 billones de dólares. No comparten el modelo de desarrollo. Están muy lejos del poder que festejan los dueños de la fiesta, los héroes de una época que comenzó a fines de los años 80, cuando el colapso de la Unión Soviética se veía venir y los triunfadores de la guerra fría ya no necesitaban dictadores anticomunistas en Latinoamérica. Aquellos que vislumbraban correctamente que el nacionalismo asociado a cualquier gobierno militar no era funcional para consolidar el triunfo del libre mercado y expandir la incipiente globalización económica.
En el nuevo escenario, una democracia llevada por los líderes correctos era lo indicado, y ellos, mejor que nadie, terminarían de abrir el país a las grandes inversiones transnacionales.

Pero en los poblados cordilleranos nadie conoce esas reglas. No hay quién las explique. Allí no hay abogados, economistas o políticos poderosos. Ni siquiera hay periodistas. Tampoco están expuestos a los efectos más obvios de la globalización y de los tratados de libre comercio; no conocen ni la comida rápida ni pueden notar cómo los autos, artículos electrónicos y perfumes importados son cada vez más baratos para los chilenos más acomodados. Por eso, la mayoría de los lugareños toman posición frente a la parte del fenómeno que les toca enfrentar por lo que parece convenirles personalmente a corto plazo: ¿Hay vacantes de trabajo en la construcción del camino, ese por el cual pasarán los camiones cargados con explosivos para las faenas? ¿Ofrecen capacitación gratis en nuevas técnicas agropecuarias? ¿Regalaron la ambulancia hace tanto tiempo anhelada, y juguetes importados a los niños en Navidad? ¿Cómo va a ser malo?
Pero los animales a veces no quieren tomar el agua del río, porque parece que está sucia. Y dicen que en cuanto el mundo sepa que aguas arriba del río Huasco opera una gran mina de oro, nadie en el extranjero querrá los frutos de este valle, por miedo a lo que contengan las aguas de riego. Y con la mina llegarán los mismos vicios que a las ciudades vecinas: demasiada población masculina, desorden y prostitución.
Al final del día, algunos cuantos abandonan esas cavilaciones para retornar al más simple y básico sentido común: ¿pero cómo es posible que se vayan a llevar todo este oro que es nuestro?

Democracia vía satélite

Son los años 80 y ya algunos jugadores del nuevo escenario globalizado, los más importantes y poderosos, le seguían la pista a algo grande. Muchas de las grandes reservas mundiales están agotadas. No queda más remedio que ir por más donde predice la geología: las grandes cadenas montañosas de Asia y Sudamérica. Ya no habrá vetas doradas, como en Sudáfrica y San Francisco. Más bien hay que procesar con cianuro y otros elementos tóxicos veintidós toneladas de material para extraer sólo una onza de oro, pero la tecnología avanza rápido y el tiempo corre a favor.
Mientras algunos pirquineros de ascendencia diaguita subían a lomo de mula a sus ancestrales tierras andinas para sacar algo de oro y plata, tal como lo hicieran sus antepasados desde tiempos precolombinos, satélites espaciales tomaban fotos en busca de grandes yacimientos. Los mismos satélites eran los encargados de llevar a todo el mundo las imágenes que hablaban del fin de una época. Unos implacables Ronald Reagan y Margaret Tatcher. Un idealizado Mijail Gorvachov. Un épico Lech Walesa. Unos humillados Erick Hoenecker y Nicolae Ceaucescu. En Chile, el dictador Augusto Pinochet alcanzó a comprender que debía fotografiarse sonriente y vestido de civil para tener alguna posibilidad de mantenerse en el poder tras las elecciones convocadas en 1988, 15 años después del golpe de estado. Pero nunca entendió que el mundo se movía en nuevas direcciones, y que él era un estorbo en el incipiente esquema. Carecía del olfato, el ingenio y don acomodaticio propio de los “señores políticos” que tanto despreció.
Esos “señores”, ahora agrupados en una coalición de partidos de centro y centro izquierda que bautizarían cono Concertación de Partidos por la Democracia, se aprontaban para al fin celebrar una vez más, después de tanto sufrimiento oponiéndose a la dictadura militar. Tenían contactos con políticos poderosos de las grandes potencias: Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña, España. Tenían su apoyo para sacar a Pinochet y llegar al palacio de gobierno. ¿Entregaron algo a cambio del apoyo político y económico para recuperar el poder? ¿Tenía un pequeño país como Chile bienes de suficiente importancia estratégica o económica como para negociar un lugar aventajado en el nuevo escenario geopolítico hacia el cual avanzaba el planeta?
Armando Uribe, Premio Nacional de Literatura y profesor de derecho minero le escribió una carta abierta al que fuera el primer presidente del Chile post-Pinochet. En ella le pregunta directamente a Patricio Aylwin porqué su gobierno no cumplió la promesa de modificar la Ley Orgánica de Concesiones Mineras, que relega el derecho del Estado a la propiedad de los yacimientos y facilitó la entrada de grandes transnacionales mineras para explotar los minerales chilenos.
“En reunión en casa suya, antes que asumiera el mando para el cual fue elegido en 1989, su presente corresponsal… le tocó el punto de ese absurdo en que una ley orgánica contradecía la Constitución expresa y clara de Pinochet: ‘El Estado tiene el dominio absoluto, exclusivo, inalienable e imprescriptible de todas las minas’. Le preguntó qué haría Usted. Se puso un dedo vertical sobre la boca. Chiiit. Nunca se supo… ¿A quién le importaría? La mayor parte de la población no entiende de esas cosas de expertos” (4).
Uribe nunca obtuvo respuesta, y aunque todos los personeros de la Concertación niegan terminantemente la existencia de un diseño dictado por las grandes potencias, el poeta-abogado sigue:
“El proyecto de la transición, tal cual como se ha producido, fue preparado por el gobierno de Estados Unidos, según declaró una sola vez a dos personas muy en reserva el señor embajador Guerra Mondragón de Estados Unidos (5). Él mismo había venido a Chile por el National Endowment for Democracy trayendo este programa en 1985 y volvió a venir el año 86, cuando iba a ser un año decisivo (6). Ahí fue aceptado por los partidos de la Concertación este programa, y ha sido exactamente el plan que se ha ido ejecutando para ‘la transición pacífica de la dictadura a la democracia’. Paso por paso, se fue cumpliendo. Esto es monstruoso y se mantienen, sin embargo, guiñándose los ojos en el auditorio, los que mandan en Chile, con los que mandan desde la oposición y con el empresariado más grande y que manda más que los poderes del Estado” (7).

En elecciones celebradas en diciembre de 1989, los nuevos aires que soplaban en el mundo y los propios chilenos llevaron a la Concertación. De ahí no se han movido hasta hoy, y sus dirigentes exhiben con orgullo los logros en estabilidad política y crecimiento económico que le dan a Chile el lugar indiscutido del mejor alumno de todo el vecindario, mimado y celebrado por el primer mundo. Hay sólo una asignatura que el país modelo de América Latina tiene pendiente: según las últimas cifras del Banco Mundial, sus índices de desigualdad están entre los peores en Latinoamérica (8), y un 18,7% de su población vive en la pobreza (9).

El bien y el mal

Alto del Carmen es el último poblado antes de internarse definitivamente hacia las codiciadas reservas de oro de la Cordillera de los Andes. Tiene el típico trazado que los españoles dieron a las ciudades que fundaron en América: Sus poco más de 300 habitantes moran en torno a una plaza rectangular que sirve como lugar de encuentro, y que es coronado por un templo católico, el punto desde el cual debía dirigirse la evangelización que fundamentaba ideológicamente la toma de territorios por parte de la corona española durante la Colonia. En Huasco Alto, las misiones comenzaron en 1766, y siguen hasta hoy.
Hace unos 20 años, los descendientes de los antiguos diaguitas comenzaron a vivir algo similar a lo que presenciaron sus antepasados. Más y más extranjeros de piel clara llegaban al pequeño poblado, esparciendo la buena noticia de que arriba en la cordillera había mucho oro y que eso significaría riqueza, trabajo y bienestar para todos. Ya en 1985 hacían prospecciones en la cordillera para confirmar lo que las imágenes tomadas desde el espacio sindicaban como una enorme mancha de oro. Sólo había que ver para creer.
Cristina Hoar miraba esas fotos como una bendición. En su condición de misionera católica era invitada frecuente al incipiente campamento a 2.800 metros de altura, donde prestaba servicios espirituales a un par de decenas de cocineros, tronadores y limpiadores chilenos empleados por la minera, que le mostraban las fotos. Corría 1994, y Cristina ya se había enamorado de las montañas de Los Andes, tan diferentes a su nativa isla de Timor, en Indonesia. Había llegado a Alto del Carmen en 1988 y acostumbrarse no fue fácil. “Yo no conocía tantas montañas, esa inmensidad del paisaje era angustiosa para mí. Al principio tenía miedo de los cerros y el desierto, me daba la impresión que caería un cerro y mi único deseo era ver más árboles, por favor árboles”. Pero se acostumbró, y allí se quedó por 15 años, aunque las circunstancias la alejaron del campamento y de su inicial entusiasmo por el destino de las riquezas de Los Andes. A partir de 1999, la empresa no siguió requiriendo ni facilitando los servicios religiosos, y ella por su parte se estaba formando otra opinión de las consecuencias del proyecto para su valle adoptivo. Entre la compañía y el personal católico de la zona había comenzado una trama de desconfianzas mutuas que continúa hasta hoy.
En el muro frontal del campanario de la iglesia consta la inequívoca posición de los religiosos: un enorme fresco al estilo del muralista mexicano David Alfaro Sequeiros muestra el valle como el escenario de la lucha entre el bien y el mal. Arriba, un paisaje celeste en el cielo y el verde en los cultivos. Abajo, un averno teñido de negro por demoníacas maquinarias que arrojan basura mortal al río. No es un gesto amistoso.
Cristina admite: “El mural es provocador y cuándo recién se pintó (en 2002) dividió a la gente. Nos preguntaban por qué usar el lugar más sagrado del pueblo. Para nosotros era una forma pacífica de luchar contra Pascua Lama. Hubo autoridades que se quejaron al Obispo por el cura y la monja de la parroquia”. Y aunque el mural sigue ahí, ni ella ni el cura de entonces siguieron su labor en terreno. A él lo mandaron a estudiar a España y ella fue destinada a Santiago. Desde la capital sigue en contacto con la gente del valle, intenta apoyo internacional y se encomienda al Padre Hurtado, el santo chileno que creía que la iglesia debía evangelizar en los sindicatos. “Vamos a ganar, porque dios está con los pobres”, dice Cristina.

Tratados entre un par de viejos amigos

También en nombre de dios, el Presidente del Senado Andrés Zaldívar, veterano militante democratacristiano, Ministro de Hacienda en los años 60, exiliado por el régimen de Pinochet y luego Ministro del Interior de Michelle Bachelet, da inicio a una nueva sesión en Valparaíso, sede del parlamento chileno. Es el 29 de agosto del 2000, y es perentorio votar la aprobación del Tratado de Integración y Complementación Minera entre Chile y Argentina, un cuerpo legal único en el mundo que permite crear “áreas de operaciones”, o porciones de tierra, para explotaciones mineras privadas en la frontera que separa ambos países, la tercera más extensa en todo el mundo (10). La discusión en la sala comenzó hace ya 20 días, con uno de los honorables, Bertrán Urenda, dirigiéndose a Zaldívar:
- Señor Presidente, hago constar que no disponemos del texto del Tratado.
-Precisamente, pedí a Secretaría que lo distribuya, Su Señoría.
Algo muy parecido ocurrió en la única sesión que les bastó a los diputados para despacharlo, el 18 de enero del mismo año.
-Señor Presidente, después de revisar el informe de las Comisiones Unidas de Relaciones Exteriores y de Minería y Energía sobre el tratado que corresponde considerar a continuación, advierto que no se incluye el texto del mismo. Sugeriría modificar el orden de la tabla, porque no podríamos discutir éste sin tener a la vista el texto del tratado.
El Presidente Carlos Montes acepta la sugerencia del diputado Jaime Rocha, pide copias para todos y comienza la sesión con un solemne saludo a la diputada Allende, hija de Salvador, en el día de su cumpleaños. Horas más tarde se aprueba el texto, con 89 votos a favor, dos en contra y cinco abstenciones. Increíble muestra de consenso en comparación a la cámara alta, donde el díscolo Senador Jorge Lavandero, histórico defensor de una política minera estatista y figura extremadamente popular (algunos dirían peligrosamente popular), se opone al texto con una épica introducción alusiva a la hermandad de los pueblos.
“Señor Presidente, resulta muy difícil encontrar a chilenos que no vean con buenos ojos cualquier acción que haga nuestro país para favorecer la amistad, el acercamiento y la integración con Argentina, nación con la cual nos unen lazos de idioma, cultura e históricos de común lucha por la Independencia”.
Y continúa, ahora tocando la cuerda nacionalista y anti globalización:
“Sin embargo, el Tratado entre Chile y Argentina sobre Integración y Complementación Minera en nada favorece a ambos pueblos. Su único objetivo es beneficiar a las empresas multinacionales minero-metalúrgicas, que son las actuales propietarias de todos los yacimientos de cierta importancia existentes en la nación transandina y de la mayor parte de los de nuestro territorio”.
Su broche de oro es una denuncia, que ya ha lanzado anteriormente, pero con la que aún espera sorprender a sus colegas y al país:
“El Tratado que nos ocupa no fue creado por los argentinos, que muy poca experiencia tienen en materias mineras. Sin embargo, a Chile llegó como una proposición de ese país, (pero) ni siquiera hemos recibido una respuesta acerca de qué funcionario creó y redactó su texto. Al respecto, deseo informar al Hemiciclo que, invitado a una comida por ejecutivos de la empresa canadiense Barrick Gold, uno de sus abogados nos dejó entender que tal empresa había elaborado este Tratado hace cinco años”.
El culto a la soberanía funciona como acicate para varios honorables de extrema derecha, en especial los designados de las Fuerzas Armadas. Son los generales en retiro Julio Canessa, Fernando Cordero y el almirante y Jorge Martínez. Pero pierden. Sólo siete honorables rechazan, 5 se abstienen 34 lo aprueban. Uno de ellos es el mismo hombre que ya firmó el Tratado hace poco menos de tres años en el Palacio de la Moneda, el ex presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle, ahora recién investido como senador vitalicio en virtud de la Constitución elaborada por Pinochet, que la Concertación aún no lograba reformar para deshacerse de tan dudosas formas de mantener el poder y los equilibrios (11).
En 1994, a poco de relevar a Patricio Aylwin y su política del dedo tapándose la boca, Frei Ruiz-Tagle recibió la visita de Peter Munk, el dueño de Barrick Gold, que fue a Chile con la confesa intención de asegurar que el tratado que le permitiría desarrollar su proyecto estrella se firmara, en Argentina por Carlos Menem y en Chile por Frei. Y que se firmara rápido. El nivel de influencias por parte de políticos de talla mundial durante esta visita se ha teñido de matices mitológicos. Que Munk habría venido respaldado por George Bush padre -quien saltó del trono de la Casa Blanca a un sillón como consejero de Barrick- y que incluso traía una carta de su puño y letra para Frei y Menem es algo que quizás no se pueda comprobar nunca. Pero sí se comprobó y se difundió lo que ocurrió dos años más tarde, cuando Munk intentaba adquirir la mina Busang, en Indonesia (que poco después se comprobó no tenía reservas). Uno de los voceros del ex presidente explicó al Financial Times de Toronto que se trató de “una carta privada entre amigos que mencionaba la alta consideración del ex presidente por Barrick”. El amigo era, valga la aclaración, el dictador indonesio Suharto.
No parece sensato especular que Frei y Bush sean o hayan sido amigos, pero Carlos Menem sí ha demostrado serlo, visitándolo en su famoso rancho de Texas. Hasta su esposa, la ex Miss Universo chilena Cecilia Bolocco, se jacta de su cercanía con el anciano político invitándolo a sus programas de conversación.
Tampoco es especulación que Munk trajo en ese viaje a su mejor lobbista, actual miembro del directorio y cabeza de la junta consejera internacional de Barrick. El ex primer ministro canadiense Brian Mulroney (quien estuvo en el poder entre 1984 y 1993) es reconocido como el mejor de los mejores por los que de verdad saben, como el millonario venezolano Gustavo Cisneros, dueño en Chile del conglomerado radial Iberoamerican Radio y también actual director de Barrick (12). “Tiene los mejores contactos. Si necesitas hablar con el presidente de Argentina o cualquier otro país, Brian los conoce” (13).
Con ese prestigio, Mulroney parece un ejemplo perfecto del líder de tiempos globalizados. Uno de esos que entendió temprano que esta ya no es la época de los estados sino de las corporaciones, pero que el estado puede ser muy útil a las corporaciones. Por eso es bueno que se mezclen, como en su persona. Mulroney saltó de la primera magistratura de su país a los directorios de 16 empresas globales diferentes, America Online y Forbes, entre otras, además de Barrick. Y jamás olvida a los amigos que hizo durante sus nueve años en la cima del poder político. Después de todo, incluso si cabe la sospecha de que es el poder económico quien pone las reglas, todavía son los estados los que firman. Todavía, para los casos más importantes, como pueden ser 18,3 millones de onzas de oro y otras 630 millones de plata inconvenientemente situadas en medio de la frontera entre dos países pobres, hay que ir a apurar el asunto donde un político.
Queda a la ficción imaginar cómo habrá sido aquel encuentro. ¿Desde cuándo databa la estrategia del magnate y el ahora líder globalizado, que gobernó su país al mismo tiempo que Bush en Estados Unidos y Aylwin en Chile? ¿Qué información manejaba? ¿Qué esperaba de la reunión el recién asumido presidente chileno, el vástago del iniciador de la nacionalización del cobre más tarde materializada por Salvador Allende, el niño que corrió por el palacio de gobierno en pantalones cortos, el joven que se hizo hombre escuchando la praxis de la política en lo pasillos, el hijo del estadista?

El incidente de los cerdos

Son los primeros días de 2006 y en Vallenar, la capital de la Provincia de Huasco, hay unos 37 grados de temperatura. Afuera de la municipalidad, el intendente pone cara de circunstancia ante el solitario micrófono del canal de televisión estatal y se refiere a la pronta resolución ambiental sobre una planta tratadora de alimentos. Crianza de cerdos, para ser más precisos. De Pascua Lama aún no hay novedades, pero se las haremos saber, dice su encargada de prensa. El asunto de ha transformado en un verdadero desafío a las capacidades políticas de Rodrigo Rojas que es además el Presidente de la Comisión Regional de Medio Ambiente (COREMA), el organismo que tiene la última palabra sobre la aprobación de la mina desde el punto de vista ambiental. Así es la ley chilena. Además del intendente, la COREMA está formada por los ocupantes de casi 20 cargos del poder ejecutivo regional, que son nombrados por el Presidente de la República y dependen de su confianza, y un director regional, nombrado por el jefe de CONAMA, el organismo ambiental central. La nómina se completa con cuatro consejeros extra, elegidos por ellos mismos luego de constituirse. La ley también dice que cada COREMA está subordinada por relación jerárquica a la Comisión Nacional del Medio Ambiente, CONAMA, su réplica en el gobierno central formada por ministros de Estado. Y Rojas, el hombre ante el micrófono, está también subordinado jerárquicamente y en línea directa bajo el Director Nacional de CONAMA, y éste bajo el propio Presidente Ricardo Lagos.
El asunto debe zanjarse pronto, antes de la “fiesta de la democracia” que entregará el poder a Michelle Bachelet, correligionaria de Lagos. En dos semanas tendrá lugar la segunda vuelta presidencial, para la cual Bachelet logró comprometer los votos del siempre rezongón Partido Comunista. Ellos le pusieron diez condiciones por escrito para endosarle el 5% de los votos que administran. Una de ellas es que su gobierno no apruebe la puesta en marcha de Pascua Lama. Y aunque a Rojas le quedan menos de dos meses e el poder, todavía pasa susto: el diputado por la región Jaime Mulet, que en ese momento era el jefe de campaña de Bachelet, ha acusado públicamente a la comisión por supuesta “falsificación ideológica” por demorar la aprobación de la planta donde debieran criarse unos dos millones de cerdos, y ha pedido la renuncia del director, justo en la etapa final de la evaluación de Pascua Lama. Mulet es el mismo que emitió uno de los dos votos en contra del Tratado con Argentina en la Cámara de Diputados en el año 2000. En esa oportunidad argumentaba ante sus pares que “el tratado, además de favorecer a la gran minería, sobre todo a la no chilena, no aclara los beneficios que traería al país. Por ejemplo, una de las empresas que se beneficiaría de inmediato con la suscripción del tratado es Barrick, dueña del proyecto minero Pascua Lama”. Poco después cambió de opinión, y hoy es uno de los acérrimos defensores de que se apruebe, y pronto. Mal que mal, ya van casi cinco años de trámites para dejar tranquilo a un no tan grande como bullicioso sector ciudadanía, que tomó como símbolo la inclusión en el proyecto de un asombroso “plan de manejo de glaciares”. ¿Qué es eso? Nadie lo sabía, pues no hay precedentes en el mundo de cosa igual, pero la empresa se encargó de explicarlo: hacer tronar los tres inoportunos glaciares que están sobre el oro y llevarlos en camiones a una cota similar, para que así no se derritan.
Las razones de la impaciencia de Mulet son compartidas por otros entusiastas de la mina. Al fin y al cabo, desde que Barrick presentó a la COREMA su proyecto completo, en diciembre de 2004, la empresa ha presentado al menos tres gruesos informes explicando qué mecanismos se usarán para prevenir o en eventualmente solucionar cualquier problema de orden ambiental, social o cultural que pueda ocurrir como consecuencia de la operación de la mina. Han gastado cientos de miles de dólares en contratar informes de todo tipo, sin contar las pérdidas que ocasiona retrasar un proyecto que la compañía esperaba comenzar a operar este año. Y todo por algo que sólo parecía un trámite, la ampliación de un proyecto que había sido aprobado son problemas en 2001, transcurridos sólo 10 meses de su presentación a la autoridad ambiental.
Además, ¿qué pretenden los detractores? ¿nacionalizarla? Imposible: está ese famoso artículo 11 de la Ley Orgánica Constitucional sobre concesiones Mineras (contra la cual despotricaba el abogado-poeta), según la cual Barrick, como cualquier otro concesionario privado, tiene el siguiente derecho: “ser indemnizado, en caso de la expropiación de la concesión, por el daño patrimonial que efectivamente se le haya causado, que consiste en el valor comercial de las facultades de iniciar y continuar la extracción y apropiación de las sustancias que son objeto de la concesión. A falta de acuerdo, el valor de dicho daño será fijado por el juez, previo dictamen de peritos. Los peritos, para los efectos de la determinación del monto de la indemnización, establecerán el monto el valor comercial de la concesión, sobre la base de las reservas de sustancias contenidas que el expropiado demuestre, el valor presente de los flujos netos de caja de la concesión ” (14).
Eso, desde el punto de vista estrictamente técnico, porque también han gastado mucho dinero en revertir la mala imagen de la compañía y del proyecto, desde las más altas esferas hasta los vecinos de las pequeñas comunidades cercanas a la mina. Para ello contrataron a Extend, la firma de comunicaciones con los mejores contactos para sus propósitos. A la cabeza de la empresa, dos de los ex empleados de suma confianza de Patricio Aylwin durante su tiempo en el poder: Pilar Velasco (su ex jefa de prensa) y Marcelo Trivelli (uno de sus asesores políticos demócratacristianos, además de sobrino directo). Ellos dos acompañaban al abogado de Barrick en aquella cena en la cual, según el Senador Lavandero, se admitió que el Tratado con Argentina fue redactado por las transnacionales.
Extend también filtra el acceso de la prensa a los directivos de la empresa. Si es una investigación que será publicada a nivel internacional, la autorización para hablar debe venir de Canadá, fue uno de los argumentos de la consultora para explicar la dificultad de conseguir un testimonio oficial para este reportaje. La estrategia es simple: enfocarse en las comunidades cercanas al proyecto, y específicamente en los grupos que lo ven con buenos ojos.


La cortina de hielo

Como el promedio de los lugareños, Luis Faura fue al colegio pero se puso a trabajar antes de terminar la secundaria. Sus iguales lo eligieron concejal por Alto del Carmen en 2004, cuando sacó 296 votos, el 9,91% de un total de 2988. Vive camino a la cordillera, en una casa con piso de tierra con su madre, que trabaja a la intemperie en una cocina a leña, intentando capear los casi 40 grados de temperatura. Él y Cristina, la misionera Indonesia, fueron los primeros en oponerse al proyecto, en el año 2001.
-“Llegaron hace unos 20 años y nos dijeron que se iban a instalar en la zona porque habían descubierto un mineral. Todos estábamos felices y contentos, pero con el transcurrir del tiempo nos dimos cuenta que no era tan bonito. Terminamos de convencernos cuando presentaron el primer Estudio de Impacto Ambiental en 2001, en el cual no reconocieron que hay glaciares en la zona que quieren explotar. Ahí comenzó nuestra lucha”.
-¿Se opone al proyecto, incluso si no se destruyen los glaciares?
- Lo hagan como lo hagan, tomen las medidas que tomen, el agua se va a contaminar y va a disminuir y los glaciares van a desaparecer. La razón principal es que los desechos los depositarán está en las nacientes de los ríos. Esto no debe hacerse aquí ni en ninguna parte del mundo. No puede ser que vengan con argumentos de que acá vamos a poner un depósito de estériles y lo más contaminante queda en el lado argentino. La gente está despertando y se da cuenta de lo que está pasando con los proyectos mineros: después está todo contaminado, destruido, sin agricultura, como el valle del Loa. No puede ser que todas las riquezas se vayan y nos dejen los desechos de los procesos productivos.
-Pero Ud. es representante de la coalición de gobierno, que ve con buenos ojos estos proyectos.
-Las transnacionales, pues. Si las que manejan el país, los partidos políticos y al sistema son las transnacionales. La empresa busca a las personas que ven vulnerables en lo económico y se aprovechan de las necesidades. Esta es una comuna sin los servicios básicos de salud, las personas se nos mueren porque tenemos dos ambulancias para atender dos valles de 80 Km. cada uno. Entonces la empresa a través de un diputado dona una ambulancia y así compra conciencias.

Fue a partir de acciones como la de Luis Faura y Cristina, que presentaron objeciones ante la COREMA y comenzaron a difundir sus temores en la comunidad, que la empresa comenzó a hacer esfuerzos serios por insertarse en la opinión pública de la región y del país con una imagen lo más positiva posible. Eran demasiados los rumores dañinos que comenzaban a circular, azuzados desde Santiago por un par de ONGs defensoras del desarrollo sustentable: que Peter Munk, el dueño de la empresa que vino en persona a apurar el Tratado con Argentina al Palacio de la Moneda, había fundado Barrick con Adnan Khashoggi, el traficante de armas Saudí que, junto con el servicio secreto israelí, ayudó inconstitucionalmente al gobierno de Ronald Reagan a financiar a los contras, la guerrilla derechista nicaragüense que derrocó el régimen procomunista de Sandino. La operación, conocida como el escándalo Irán-contras, fue llevada a cabo en 1986 y coordinada por la CIA (15). Que Barrick tenía relación con gravísimas violaciones a los derechos humanos en otros de los yacimientos que explota alrededor del mundo, incluyendo la muerte en 1995 de más de 50 pirquineros en una mina de Tanzania, sepultados vivos justo antes de materializarse la venta a la empresa canadiense, operación a la cual los trabajadores se oponían (16). Que la familia Bush, apellido al menos antipático para muchos chilenos, tenía intereses en la empresa, por medio de las asesorías del ex presidente norteamericano, y favorecían a diversos bandos en las guerras civiles africanas para asegurarse la explotación de sus minas (17). Ninguna de estas informaciones está dentro de lo que a la empresa le interesa destacar ante la comunidad y en la práctica, ninguno de estos factores –ni siquiera el más benigno, o al menos innegable de la estrategia de Barrick de contratar como lobbistas a los ex presidentes derechistas de los dos países más poderosos del continente luego de haber dejado el poder- tuvo cabida alguna en los medios chilenos de cobertura nacional.

La gran polémica se centró en cambio –quién sabe si para conveniencia de la empresa- en temas que son bastante más fáciles de entender por parte de la ciudadanía y que, además, tienen una fuerte carga simbólica asociada a la naturaleza. En este caso, el proyecto, tal como estaba presentado, destruiría tres glaciares en la alta cordillera. Los glaciares serían dinamitados, cargados en camiones y llevados por la empresa a una cota similar para evitar que se derritieran. Esto es lo que la empresa llamó “plan de manejo de glaciares”. Fue sólo este factor, y ninguna de las complejidades por las cuales debió pasar el proyecto desde mediados de los años 80, lo que finalmente desafió con fuerza el sentido común de la opinión pública. ¿Cómo era eso de dinamitar glaciares milenarios en una de las zonas más áridas del planeta? ¿No queremos parecernos a los países desarrollados, como los de Europa Central, donde tapan los hielos de Los Alpes en verano para que se derritan más lentamente? ¿Quién aseguraba que llevarlos en camión a otro lugar no terminaría por derretirlos de todas formas ¿Y qué pasaría con los ríos alimentados por esos glaciares, que riegan todo el valle? Y todo esto, agregaban algunos, para explotar la mina de oro más grande del mundo y llevarse las ganancias lejos de Chile.

A esas alturas, sin embargo, ya no era mucho lo que se podía hacer. Lo único que quedaba era apelar a una de las institucionalidades más débiles y cuestionadas del Estado chileno: la Comisión Nacional de Medio Ambiente. Fue allí donde se libró la gran batalla entre los intereses de un sector de la ciudadanía por un lado, los de la empresa y los del gobierno. Fue en esta instancia, y no antes, cuando la opinión pública chilena comenzó a escuchar insistentemente el nombre de Pascua Lama, asociado por unos a una millonaria y beneficiosa inversión extranjera y por otro a la destrucción del medio ambiente. Se hablaba de dos modelos de desarrollo en conflicto: uno, intentando insertar a Chile en el contexto geopolítico de la globalización en las condiciones ventajosas más favorables dentro de lo posible, favoreciendo la inversión extranjera y firmando acuerdos de libre comercio con las grandes economías mundiales. El otro, poniendo en primer lugar el desarrollo sustentable, donde las cifras macroeconómicas son menos importantes que la protección de los sectores sociales más vulnerables y de recursos naturales, sobre todo los no renovables como los minerales o los escasos como el agua. Aún a costa de dejar al país en una posición desventajosa para negociar con los organismos internacionales de los cuales, como todo país pequeño, depende inevitablemente.

La aprobación de Pascua Lama por parte de la autoridad ambiental se transformó en un caso emblemático a nivel nacional. Pero el caso llegó a la opinión pública con demasiados años de retraso, y la mayoría llegó a simplificar su opinión al punto de oponerse al proyecto basándose exclusivamente en el grosero detalle de la idea de dinamitar tres glaciares para extraer el oro. Cuando finalmente, la COREMA emitió una resolución de 150 páginas aprobando el proyecto con la expresa instrucción de explotar la mina de manera subterránea y sin tocar los glaciares, el debilitado organismo público probó que era posible llegar hasta el límite de sus facultades. Lo hizo el 14 de febrero de 2006, el penúltimo día que le quedaba para pronunciarse, antes de que el proyecto se aprobara “por omisión”, como indica la ley chilena de medio ambiente. Ese día, como todos los de cualquier febrero, Santiago está desierto por las vacaciones estivales, que empinan los termómetros más allá de los 32 grados y mantienen a los ciudadanos en las playas. Faltaba menos de un mes para que la agenda noticiosa se volcara a un solo tema, que monopolizaría la atención durante los próximos meses: la asunción al poder de Michelle Bachelet, la primera mujer elegida en las urnas en América del Sur. Una fiesta. O mejor, un carnaval de la democracia.


1. El PIB chileno en 2005 se distribuyó así: manufactura: 16,1%, minería: 16%, Servicios financieros: 11,8%, Servicios personales: 11,7%, Comercio: 8,1. Fuente: Banco Central de Chile. www.bcentral.cl.
2. Barrick Gold Corporation tiene 26 minas en operación alrededor del mundo, y faenas de exploración en 100 lugares y 16 países diferentes. Fuente: www.barrick.com.
3. La compañía informó de esa cifra cuando la onza de oro se transaba a U$375. En junio de 2006, el precio alcanzó los U$701, el más alto en dos décadas.
4. Uribe, Armando. Carta Abierta a Patricio Aylwin. Santiago, Lom Ediciones, 1998.
5. Gabriel Guerra Mondragón, reconocido hasta entonces más como lobbysta que como diplomático, fue embajador de Estados Unidos en Chile entre 1994 y 1998. Tras su retiro, se dedica a la consultoría internacional para empresas interesadas en invertir en América Latina, motivo por el cual sigue visitando Chile. Guerra Mondragón sigue manteniendo excelentes contactos con la Concertación: con motivo de su visita a Estados Unidos como candidata presidencial, Michelle Bachelet consiguió una entrevista personal de media hora con Hillary Clinton gracias a una gestión personal del ex diplomático.
6. El National Endowement of Democracy (NED) es un organismo de financiamiento estatal fundado bajo la administración de Ronald Reagan. Entre sus seis propósitos declarados figuran el “alentar instituciones democráticas a través de iniciativas del sector privado” y “facilitar el intercambio entre grupos del sector privado y organizaciones democráticas en el exterior”. Posee cuatro instituciones afiliadas, entre ellas el Centro para la Empresa Privada Internacional, con socios en todo el mundo. En el caso de Chile, el socio es el Instituto Libertad y Desarrollo, un think tank fundado en 1990 por ex ministros de Pinochet.
7. A. Muga, Armando Uribe: ‘Las Obras Valen Cuando las Habla el Pueblo’. En http://www.letrasdechile.cl/modules.php?name=News&file=article&sid=726, recuperado 14-05-06.
8. El World Development Report 2006 del Banco Mundial deja a Chile en el sexto puesto de los países más desiguales, levemente superado por Brasil, Bolivia, Paraguay, Colombia y Ecuador.
9. Fuente: Ministerio de Planificación: www.mideplan.cl/casen, según los últimos datos disponibles, correspondientes a 2003.
10. Para una investigación periodística sobre el origen del Tratado de Integración y Complementación Minera entre Chile y Argentina, ver J. Alcayaga, D Luna y C Padilla, El Exilio del Cóndor: Hegemonía Transnacional en la Frontera. OLCA: Santiago 2004. Texto completo disponible en http://www.olca.cl/oca/octext.htm#1.
11. Los Senadores designados y vitalicios fueron eliminados recién en la reforma constitucional de 2005. Los primeros eran nueve: cuatro ex cabezas de las fuerzas armadas, dos ex jefes del poder judicial, un ex Contralor de la República, un ex rector universitario y un ex ministro de estado. El puesto de senador vitalicio lo ganaban automáticamente todos los ex presidentes de la República.
12. En Chile, Cisneros controla seis radios: Corazón, Rock & Pop, Imagina, Pudahuel, FM Hit, FMdos, Concierto y Futuro.
13. Konrad Yakabuski, “The Prime of Brian Mulroney”. Business Magazine, April 2004 en http://www.konradyakabuski.com/articles/2004_02.html, visto por última vez el 11 de mayo de 2006.
14. Artículo 11 No 3 de la Ley Orgánica Constitucional de Concesiones Mineras, de 1982
15. Véase la biografía autorizada de Munk: D Rumball, Peter Munk: The Making of a Modern Tycoon, Toronto, Stoddart, 1996. También C Alonso y P Arancibia, ‘The golden Boys’. La Nación, Santiago. 10 de abril 2005 y A Chaitkin, ‘La Verdadera Historiade Bush y Barrick Gold Corporation’, Executive Intelligente Review, vol XIV, No 4, 197, donde se documenta el pago deU$ 4 millones por parte de Peter Munk por la fianza de Khashoggi en 1989, arrestrado por fraude en Filipinas.
16. Véase por ejemplo J Rodríguez Pardo, ‘La Macabra Barrick de Bush’, La Séptima, 26 de noviembre 2004, San Juan, Argentina. La representación argentina de Barrick utilizó su derecho a réplica en ese mismo medio calificando los antecedentes otorgados por Rodríguez como “falsos” y “agraviantes”.
17. Para un detallado informe sobre cómo Bush padre, consejero de la empresa entre 1995 y 1999, y el ex primer ministro canadiense Brian Mulroney (que aún lo es) habrían logrado que los bandos afines a intereses anglos accedieran al poder en Zaire y la República Democrática del Congo en 1997, para luego adjudicarse sus minas, ver por ejemplo G. Palast, La mejor democracia que el dinero puede comprar, Crítica, Madrid, 2003. También The Times, 20 de mayo 1997 y El País, 2 de septiembre 2001.


(*) Comparto acá una serie de tres extensos artículos sobre la mina Pascua Lama, desde el punto de vista de la geopolítica y el tráfico de influencias, y también de lo ambiental. Trabajé en ellos hasta abril de 2007, por lo cual planeo actualizar algunos datos. Bienvenidos todo tipo de comentarios!
Ver además: