Proyecto Minero Pascua Lama

Fuente: elmostrador.cl1 de Noviembre del 2005

En el Valle del Huasco
Revelan que falta de recursos obligó a postergar inventario de glaciares

por  Carlos González Isla

Los glaciólogos extranjeros que evalúan el impacto de Pascua Lama determinaron que no existen glaciares en la mina, sino que sólo simples masas de hielo. El Estado chileno no tiene un estudio propio que diga totalmente lo contrario. Los problemas se remontan a 1987, cuando la zona se dejó fuera del primer catastro sobre el tema por falta de recursos.

Polvareda han levantado en el mundo ecologista las conclusiones de científicos extranjeros que evalúan el impacto del proyecto aurífero binacional Pascua Lama para la Junta de Vigilancia del Valle del Huasco, en la Tercera Región. Éstos determinaron que Toro I, Toro II y Esperanza no son glaciares, sino simples masas de hielo superficiales que desaparecerán en un plazo máximo de 30 años.

Estos tres sitios tienen enfrascados en una discusión a la minera canadiense Barrick con grupos ambientalistas, porque mientras ésta insiste en que la remoción de hielos para la explotación a rajo abierto del yacimiento no afectará el ecosistema, éstos últimos, sostienen que cualquier intervención será el fin de los “glaciares”.

Paradójicamente, la denominación de glaciares y el nombre que recibió cada uno de ellos no aparecen en los reportes científicos nacionales estatales, es decir, no figuran en la literatura, sino hasta que son calificados como tales en los estudios que la propia minera canadiense Barrick, dueña del proyecto, presentó a la Conama. Es más, curiosamente el conflicto está instalado en una zona que no fue tomada en cuenta para el primer inventario de glaciares de la zona Norte del país, que elaboró en 1987 el geógrafo de la Dirección General de Aguas (DGA), Carlos Garín, hoy jubilado.

El profesional comentó a El Mostrador.cl que varios factores influyeron para que dicha zona no fuera inventariada en la década de los ochenta.

Uno de ellos fue la influencia que ejerció en Garín el estudio del japonés Nagoya, quien en 1976 definió la línea de nieve o de los 0°, en toda la Cordillera de Los Andes, la cual hace una diferencia entre las zonas que permanentemente están congeladas con las que no. La línea no es recta, sino que toma distintas alturas en el territorio.

“Entonces dije: sobre la línea de los 0° van a tener que haber glaciares, mientras que bajo ella no...Ese fue mi raciocinio, ahora, lo que sucede es que en el Huasco la Cordillera de los Andes se hace más baja en Chile y más alta en Argentina, por eso dije que no se podían encontrar glaciares en el lugar”, recordó.

Garín cuenta que el proceso de detección de glaciares, se realizó a través de una técnica denominada fotointerpretación, que implica desembolsar una importante cantidad de recursos para contar con fotografías aéreas.

El área de estudio que definió este profesional tenía en total 1.800 kilómetros, para lo cual se requerían más de 6 mil fotografías aéreas: "¡una millonada que no teníamos!", expresa Garín.

“Entonces me dijeron: trata de sacarle foto a las zonas en las que tú crees que hay glaciares. Pero había un lugar que se llamaba El Rincón de la Flecha donde hay una serie de pequeñitos glaciares, pero la DGA no tenía recursos para sacarle fotos a toda esa parte. Ahora, justo a lo que no le saqué, está en litigio”, dijo.

Barrick lo dijo primero

Este ex profesional de la Dirección General de Aguas plantea que de todas formas es muy difícil determinar qué es un glaciar, que sucintamente se puede definir como una masa de hielo en movimiento.

“Se complica la definición: Uno, porque incluso la acumulación de nieve invernal o estacional muestra propiedades de flujo; dos, pueden existir masas de hielo perenne de dimensiones importantes, pero que no evidencian flujo; tres, glaciares anteriormente activos pueden estancarse y dejan de demostrar evidencias de flujo; y cuatro, acumulaciones de hielo perenne alimentadas por avalanchas desde glaciares activos colgantes frecuentemente presentan poco movimiento”, explica Garín.

Por ello, sostiene que la definición depende mucho del experto; sin embargo, expresa que en ningún caso los privados pueden determinar qué es glaciar y qué no lo es, sino que tiene que ser un organismo público el que refrende dicho descubrimiento. En ese sentido, postula a las universidades públicas como los entes que deben ser garantes de dicha información y si él fuese gobierno, sin duda, que hubiera pedido la opinión del “señor Marangunic”.

Efectivamente, Cedomir Marangunic, es una de las “eminencias” que existen en el país para hablar sobre todo lo que huela a glaciar.

Para este doctor en Glaciología de la Universidad de Ohio, la primera aparición en la literatura de los “glaciares” Toro I, Toro II y Esperanza, se remonta al estudio de impacto ambiental que la propia minera Barrick entregó a la Comisión Nacional del Medio Ambiente (Conama).

“Están definidos como glaciares en el propio estudio que entregó el titular de la presentación a la Conama, en otras palabras y en un breve resumen: Barrick. Esta empresa, al hacer la presentación a la autoridad, especificó que existían tales y cuales glaciares. De manera, que mí impresión es que la primera información en la cual aparecen identificados estos glaciares es el estudio de Barrick”, aseveró.

El profesor no cree estar muy equivocado respecto de esa apreciación, e incluso señala que está casi seguro que no se ha realizado un inventario de glaciares en el Valle del Huasco, pese a la magnitud del proyecto minero, lo que hubiera despejado hace tiempo cualquier polémica.

Al respecto, el estudio más cercano que existe en la DGA sobre la zona es una memoria de un estudiante en el año 2002, que identifica una “zona glaciar” en la misma área de Pascua Lama.

En todo caso, Marangunic asegura que son glaciares: “Una definición básica de glaciares dice que es un hielo que tiene movimiento. Ahora, ese movimiento es medible y perceptible, a través de instrumentos topográficos cuando los espesores de hielo sobrepasan del orden de 7 u 8 metros y los que están en Pascua Lama tiene espesores mayores a esos, de manera que sin tener conocimiento de velocidades de desplazamiento, pero conociendo su espesor, es absolutamente cierto que se trata de glaciares”, señaló.

“En este punto, le insisto, el informe inicial de Barrick clasificó esas masas de hielo correctamente como glaciares...Y como eso causó las dificultades que usted conoce, bueno, una forma de mitigar el problema es tal vez diciendo, ahora, que no son glaciares”, concluyó.

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