Diario de Aracama : 23 de marzo de 2005

Lógicamente y siguiendo una tradición que se remonta a nuestros más antiguos ancestros, el agua se transforma en un elemento casi sagrado en esta zona. Se encarga de dar la vida al valle y permite su desarrollo y de ahí los insistentes temores en los efectos que pueda tener el que se pueda derramar residuos de los procesos mineros en los afluentes, glaciares y ríos del Huasco.

La compañía se defiende manifestando el compromiso de una política industrial limpia y comprometida con el medio ambiente, y ajustando sus procesos mineros a los estándares más modernos de explotación en el mundo. En este sentido, hay que recordar que las normas y procesos han cambiado radicalmente en los últimos quince años, estandarizando a nivel internacional el respeto por los ecosistemas, como norma universal para el correcto funcionamiento y la correspondiente aprobación de los procesos mineros, lo que no quita, en todo caso, las complicaciones que debe enfrentar para estos cumplimientos el proyecto de Barrick. Sin embargo, todas estas razones aún no han logrado convencer a los huasquinos, quienes han presentado de las más diversas formas su descontento con el proyecto, siempre alertados por los seguros perjuicios que advierten en la explotación al interior del valle.

En este sentido, la última instancia en la que se pueden cifrar las esperanzas para la clarificación de las dudas, es la Comisión Nacional de Medio Ambiente, la que entregará finalmente su apreciación final, una vez que se conozcan todos los estudios y observaciones presentados por la comunidad, incluyendo los recientes análisis contratados como servicio externo por los agricultores del valle.

Evidentemente, todas estas acciones buscan proteger la zona y despejar los fantasmas que han dejado otras experiencias mineras en el país. La idea final es que gane la región.