a Página inicial del Observatorio

PRINCIPIO PRECAUTORIO Y POTENCIALES COPS: 

EL CASO CHILENO

 

Presentación al Taller Subregional de Sensibilización sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs) del Programa de Naciones Unidas Para el Medio Ambiente, Unidad de Productos Químicos y Foro Intergubernamental de Seguridad Química (IFCS) realizado en Puerto Iguazu, Argentina, 1-3 abril 1998

Por

María Elena Rozas
Alianza por una mejor Calidad de Vida/
Red de Acción en Plaguicidas de Chile.

Introducción

El aumento de actividades industriales que implican la descarga al ambiente de productos químicos industriales tóxicos persistentes y el uso sostenido e intensivo en actividades agrícolas y forestales que por más de cuatro décadas se ha efectuado en Chile, de plaguicidas identificados como Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs)* por el Programa para el Ambiente de Naciones Unidas (UNEP) (), así como de otros plaguicidas potenciales COPs, () han provocado contaminación de ecosistemas terrestres y acuáticos, daños en la biota marina y en la vida salvaje, y diversos trastornos en la salud de los trabajadores expuestos, así como también contaminación de la población en general a través de los alimentos y la leche materna.

Así lo señalan diversos estudios realizados desde fines de los años setenta y principalmente en la década de los ochenta, () y que fueron determinantes para que el Ministerio de Agricultura dictara inicialmente una resolución en el año 1977 que prohibió el uso del DDT en empastadas y cultivos afines, que fue reiterada en 1983 cuando se restringe la aplicación de DDT, Aldrín, Endrín, Clordano y Heptacloro, prohibiendo su uso en empastadas de la IX Región de la Araucanía y X Región de Los Lagos, y en todo subproducto vegetal susceptible de usarse en alimentación vacuna. ()

Sin embargo, esta resolución no fue acatada por una gran mayoría de agricultores que continuaron con el uso intensivo de DDT y de otros clorados. Así lo constataron el Ministerio de Agricultura y el de Salud a través de análisis de suelos y estudios de residuos de DDT en leche de vacas y en leche materna. Esto motivó, entre otras causas, la prohibición total del DDT y los drines en la década de los años ochenta.

En relación al actual status regulatorio en Chile de los 9 plaguicidas COPs, existe prohibición para la importación, comercialización y uso del DDT, (Res. 639 /84), Dieldrín, Endrín, Heptacloro y Clordán (Res. 2.142/87), Aldrín, Res.2.003/88. En relación al Mirex, Hexaclorobenceno y Toxafeno, en los archivos del SAG que datan sólo desde el año 1985, no aparecen registrados. Tampoco existe información anterior a esta fecha, debido a que recién en el año 1984 se

dicta una regulación sobre registro que puso término a una situación de libertinaje, ya que durante tres años, por falta de un reglamento, no fue obligatorio el registro de plaguicidas en Chile.

* LISTA DE 12 COPs DE PNUMA

  PLAGUICIDAS

PROD. QUIMICOS INDUSTRIALES

aldrin

hexaclorobenceno (tb. plag.)

endrin

bifenilos policlorados (BPC)

dieldrin

DDT

 

heptacloro

SUBPRODUCTOS NO DELIBERADOS

clordano

dioxinas

toxafeno

furanos

mirex

 

RESIDUALIDAD DE LOS PLAGUICIDAS ORGANOCLORADOS

Si bien, estos plaguicidas no figuran como registrados en los archivos oficiales, en los organismos y en la leche materna han aparecido acumulados en concentraciones que sobrepasan los límites máximos permitidos nacionales e internacionales.

En la leche materna de la localidad de Río Negro en la X Región, por ejemplo, se encontró DDT en concentraciones de 12.287,30 ug/kg de grasa láctea. () En animales de la X y IX regiones se encontraron residuos de organoclorados sobrepasando en hasta 50 veces la norma.

Aunque la mayoría de estos plaguicidas esta restringido y prohibido desde hace un buen número de años en el país, la gran mayoría de los estudios realizados hasta ahora en regiones de alto consumo de plaguicidas organoclorados (OC) demuestran que, por su alta persistencia o su uso clandestino, aún se encuentran en los organismos y en el ambiente.

CONTAMINACION DE SUELOS POR ORGANOCLORADOS

Análisis de suelos efectuados entre 1982 y 1984 en la zona central de Chile, donde se encuentran las tierras más fértiles, mostraron que el valle del Aconcagua y el sector costero de Puchuncaví, presentaban la contaminación más alta de todo el país, y la mayor gama de residuos de organoclorados en los suelos. En el valle del Aconcagua la ocurrencia fue de un 100%, presentando residuos de pp'-DDE, pp-DDT, dieldrín, Endrín, Heptacloro. La ubicuidad del DDT indicó un uso masivo en esta región. ()

Estudios posteriores en suelos realizados entre los años 1987 y 1989 detectaron nuevamente un mayor porcentaje de ocurrencia en las zonas norte y central de Chile decreciendo hacia el sur. La Sexta Región, uno de los suelos agrícolas más ricos del país, presentó un 84% de residuos organoclorados. Un 70% de las muestras presentaron residuos de pp'-DDE. También se detectó Dieldrín, Aldrín y Lindano. En la Séptima y Octava regiones la ocurrencia de OC fue de un 71% y un 70%, respectivamente, detectándose Dieldrín, pp'-DDE, Lindano y Clordano en la primera, y Lindano, Dieldrín, Heptacloro-epóxido, Aldrín y pp'-DDE en la segunda.

En regiones del sur del país se detectaron residuos de Lindano, Dieldrín y pp'-DDE, en la IX Región de la Araucanía, que fue la zona que presentó menos contaminación de OC, probablemente por ser una zona de reducciones indígenas. En la X Región de Los Lagos, se detectó residuos de pp'-DDE, Lindano, Dieldrín, DDT y residuos de pp'-DDT en casi el 80% de las muestras, indicando que al tiempo en que se realizó el estudio (1989) en esta región, existía una contravención a las normas legales que prohiben el uso del DDT. ()

RESIDUOS DE ORGANOCLORADOS EN ALIMENTOS

Mientras en los suelos de algunas regiones del sur del país la presencia de organoclorados decrecía, como es el caso de la región de Los Lagos, donde sólo se identificaron cuatro residuos, no detectándose Aldrín, Clordano, Endrín, Heptacloro y Heptacloro-epóxido, en los organismos sí han persistido y en grandes concentraciones. En esta región un estudio en la leche materna demostró que de un total de 540 muestras analizadas, de madres provenientes de las provincias de Valdivia, Osorno y Llanquihue, se encontró un alto porcentaje de muestras sobrepasando en exceso el límite máximo permitido por las normas nacionales e internacionales. A pesar de que en suelos, el Dieldrín y DDT tuvieron una mínima presencia, en la leche materna, en cambio, aparecieron los siguientes plaguicidas: Hexaclorobenceno (HCB), alfa y beta Hexaclorohidrato de Benceno (BHC), LINDANO, HEPTACLOR, HEPTACLOR EPOXIDO, ALDRIN, DIELDRIN, Y DDT Y SUS METABOLITOS. Respecto al DDT, la investigación concluyó que, "este pesticida sigue siendo un problema grave desde Río Negro al sur. ()

En esta zona la ingesta diaria de pesticidas sobrepasaba en forma tan excesiva todas las normas, al punto que fue calificada por los especialistas del sector salud como "francamente preocupante", por el posible efecto tóxico en la población lactante. Cabe señalar que, en esta región, la ocurrencia de residuos organoclorados en suelos se enmarca en la "tendencia nacional" con un valor que bordea el 55%.

Un estudio de leche materna realizado en 1990 en la Región Metropolitana, detectó en todas las muestras presencia de metabolitos de DDT y Lindano. El 44% de las muestras de estratos socioeconómicos altos sobrepasaban los 50 ug/kg. El Lindano, en cambio, tuvo una mayor presencia en las muestras del estrato socioeconómico bajo, probablemente por un mayor uso, por parte del Ministerio de Salud, en el control de la sarna y pediculosis. ()

Así mismo, investigaciones realizadas en alimentos en diversas regiones del país, detectaron residuos de los organoclorados, Lindano, Aldrín, Endrín, Dieldrín, Heptaclor, DDT y sus metabolitos sobrepasando la norma, en productos lácteos, carnes y cereales. Un programa de vigilancia de plaguicidas organoclorados, efectuado por el Ministerio de Salud entre 1982 y 1987, en 3.234 muestras de alimentos, detectó que el 20 % de ellas estaba por encima del límite máximo permitido.

Estudios posteriores efectuados por el Instituto de Investigaciones Agropecuarias, en el periodo 1987-90, en muestras de alimentos obtenidas en supermercados de Santiago continuan encontrando residuos de plaguicidas organoclorados en casi la totalidad de los productos analizados, detectándose excesos, de acuerdo a las normas establecidas por el Codex Alimentarius, en el 23 % de las muestras de carne de origen bovino. En la harina de trigo, por ejemplo, se encontró, Lindano, Aldrín, Dieldrín, DDT y Clordano, mientras que en grasa de carne de vacuno se detectó Lindano, Heptaclor-epóxido y Dieldrín como los más frecuentes. ()

En la zona sur del país, investigadores del Instituto de Medicina Preventiva Veterinaria y del Centro Tecnológico de la Leche de la Universidad Austral, realizaron estudios sobre residuos de plaguicidas organoclorados en ganado de la X y XI regiones. Estos, que fueron publicados en 1986, señalaban que el 90% de las muestras presentaba residuos de DDT sobrepasando los límites máximos permitidos. Los compuestos encontrados en las carnes eran: Metoxiclor, Hexacloro Benceno (HCB), DDT, Aldrín, Lindano, Haxaclorhidrato de Benceno, (BHC), Heptacloro, Clordano, Endrín, Dieldrín y Mirex, que desde 1985 aparece como no registrado en el país. Estos once residuos, de un total de doce detectados, se encontraban en concentraciones de 10,25 y hasta 50 veces superiores a los límites máximos permitidos.

Respecto del DDT, de las 500 muestras analizadas, 447 presentaban residuos, comprobándose que, a pesar de estar prohibido, éste era el plaguicida más usado en esa región. ()

Otro estudio realizado por la Universidad de la Frontera en los años 1984 y 1986, en vacunos machos y hembras, encontró presencia de DDT y/o sus metabolitos en los dos periodos. Del análisis de algunos animales examinados en 1986, se dedujo que estos deberían haber estado expuestos al DDT ese mismo año, es decir, cuando ya existía la prohibición. ()

Hasta hace pocos años atras existía la presunción de que en Chile se seguían usando plaguicidas prohibidos en el país e incluidos en la lista de 12 POPs, basada en lo detectado por la mayoría de los estudios antes señalados y por declaraciones de agricultores que aseguraban confidencialmente haber usado DDT, Aldrín y otros organoclorados prohibidos, por ser de bajísimo precio y de amplio espectro. Estas sospechas han sido confirmadas recientemente a través de dos vías diferentes: Un estudio realizado por la Universidad de Talca () con información sobre plaguicidas utilizados en esa región, proporcionada por las propias empresas agrícolas a través de sus ejecutivos, que consigna los siguientes plaguicidas clorados en uso en el año 1995: Acarin 25WP, Acarthane, Kelthane AP, Kelthane EC 185 y Aldrín 25%.

Sin embargo, dos casos de intoxicaciones agudas causados por Aldrín (prohibido en Chile desde el año 1988), notificados por servicios de salud en el año 1997, correspondientes a una mujer de la Región del Maule y un hombre de la Región del Biobío, reafirman las conclusiones de la investigación efectuada en Talca, señalando además un uso frecuente de plaguicidas prohibidos en una extensa área del país, antecedentes que muestran sólo la punta del iceberg, de un problema mayor relacionado, entre otros, con existencias caducas o internación y tráfico ilegal.

PRODUCTOS QUIMICOS INDUSTRIALES Y SUBPRODUCTOS NO DELIBERADOS

En cuanto a los bifenilos policlorados (BPC), su uso principal es en transformadores y condensadores. Las dioxinas y furanos, se encuentran en plaguicidas que contienen estos contaminantes como subproductos no deliberados. También actividades industriales, tales como la instalación de nuevas centrales termoeléctricas, por ej. la central "Guacolda" en el valle del Huasco; el nuevo boom de inversiones en el sector forestal, donde se usan herbicidas como el 2,4-D y pentaclorofenol en las plantaciones forestales, así como también la ampliación y la construcción de nuevas plantas de celulosa, como es el caso de la Celulosa Arauco en la Bahía de Mehuín, X Región; el actual funcionamiento de industrias químicas que presentan graves deficiencias en la seguridad () y los frecuentes accidentes en industrias químicas () son todas fuentes que generan o liberan dioxinas y furanos, acrecientan las concentraciones de estos contaminantes en el ambiente y los riesgos, representando una amenaza para la salud y los ecosistemas. A pesar de esto y del acelerado proceso de crecimiento industrial, no existe en el país una reglamentación para estos contaminantes. Tampoco existe un catastro de PCB, por tanto se desconoce la cantidad existente, ni los lugares donde se desechan. Una parte de ellos se exporta en forma voluntaria a través del Convenio de Basilea, pero para lo que permanece y se acumula en el país no hay actualmente solución, debido a que no existen instalaciones de tratamiento ni lugares de disposición final de estos contaminantes. Esto indica objetivamente que este es un problema de gran impacto ambiental, económico y de salud pública, que se irá agravando con el tiempo con una enorme carga económica para el Estado y la población en general.

EFECTOS CRONICOS

Aunque hay escasos estudios en Chile sobre intoxicación crónica asociada a plaguicidas, existen hallazgos preliminares extremadamente preocupantes. La totalidad de los estudios que se han realizado en las zonas de más alta actividad agrícola y de uso masivo e indiscriminado de plaguicidas, especialmente la Sexta Región de Rancagua y Séptima Región del Maule han arrojado resultados que indican que hay un serio deterioro de la salud de sus habitantes, con un aumento de patologías asociadas al uso de plaguicidas como malformaciones congénitas múltiples mayores, cardiopatías congénitas, abortos espontáneos y cánceres, entre otras.

Desde que se intensificaron las actividades agrícolas de exportación, el aumento en las malformaciones mayores en la Región de Rancagua es claro y alarmante. Estudios realizados en el periodo 1988/90 detectaron que la prevalencia de malformaciones múltiples mayores es de 3,6 por 1.000, muy por encima de la promedio nacional que en el mismo periodo era de 1,93 por mil.() Todos los casos analizados correspondían a hijos de temporeras de la fruta y a personas que estuvieron expuestas a plaguicidas.

La tasa de defectos del tubo neural (acráneos, miolomeningocele e hidrocefalia), según ese estudio, es tres veces mayor que en el resto del país. En los mortinatos malformados, 211,1 por mil, duplicando la tasa del Hospital Clínico de la Universidad de Chile de Santiago, que era de 120,6 por mil.

Otro estudio efectuado posteriormente, en el periodo 1994/95 por el Servicio de Ginecología de la Sexta Región reveló que las malformaciones congénitas son la primera causa de muerte neonatal. En él se detectó que el 34,2 % de las muertes ocurridas en los primeros 28 días de vida son por malformaciones congénitas. ()

Así mismo, un estudio realizado en 1996 por la Unidad de Neonatología de la misma región, concluyó que el 25 % de las muertes de recién nacidos atendidos en esa unidad, correspondieron a malformaciones congénitas.

En relación a los abortos espontáneos, una investigación realizada en el año 1993, en los hospitales locales y en el regional de la Sexta Región de Rancagua, determinó que en el periodo estudiado, la proporción de abortos espontáneos/partos respecto al nivel nacional, es mayor que el 10% esperado. ()

Otro estudio realizado en esta misma región, en un área predial netamente rural, Pichidegua, productora de semillas y donde mayoritariamente se desarrolla una agricultura industrializada, bajo plástico, detectó una incidencia significativa de abortos espóntaneos y malformaciones congénitas, incluso más alta en relación a otras comunas de Rancagua. La investigación, que tuvo como fuente de información los certificados de defunción y los egresos hospitalarios de la comuna, concluyó que la condición de ruralidad y la exposición a agrotóxicos revela tasas de abortos espóntaneos y mortalidad por malformaciones congénitas mayores. En lo que se refiere a abortos espóntaneos entrega una diferencia estadísticamente significativa, respecto a otras comunas de la región. Debido a que el aborto espontáneo es uno de los efectos que se puede detectar tempranamente, el resultado del estudio es altamente preocupante respecto a lo que se puede presentar en el futuro en relación a otros efectos crónicos que aparecen en el mediano y largo plazo, como son las malformaciones congénitas y los tumores. ()

En la Séptima Región del Maule, donde también hay una intensa actividad agrícola y forestal, en los años 1993 y 1994 hubo un promedio de 45 niños nacidos con malformaciones congénitas, considerado por el Director del Hospital, Dr. Norman Merchak, como un alto porcentaje. Según él, "casi la totalidad de los padres de estos niños han estado expuestos a plaguicidas, debido a que laboran en huertos frutícolas, empacadoras o viven cerca de estos lugares". ()

Así mismo, cardiólogas de la Unidad de Cardiología del Hospital Calvo Mackenna de Santiago, centro especializado que recibe pacientes del todo el país, han detectado que aproximadamente el 70% de los recién nacidos que presenta cardiopatías congénitas proviene precisamente de la VI y VII regiones. ()

POTENCIALES COPs

Una gran mayoría de los plaguicidas organoclorados que integran la lista de 12 COPs, no se usan comunmente o han sido prohibidos en Chile, sin embargo, se importan en grandes volumenes y hay un uso frecuente de otros plaguicidas potenciales COPs, que también son motivo de especial preocupación por razones de salud y ambientales, como es el caso, entre otros, del Pentaclorofenol, Lindano, 2,4- D y Dicofol.

De un estudio sobre Pentaclorofenol (PCF) realizado en 1987 se desprende que el 100% de los trabajadores presentó sintomatología y alteraciones clínicas compatibles con exposición al PCF, incluso en aquellos que tenían los valores más bajos, de 0,88 y 0,2 en sangre y orina respectivamente, por lo que, según concluye el estudio, " el límite biológico debiera ser menor que estos valores." Entre otros daños presentaban lesiones en la piel y mucosas, trastornos neurológicos y digestivos, baja de peso, en el 50% de los casos asociados a anorexia. () Otro estudio, realizado en 100 trabajadores forestales, concluyó que el 100% de los expuestos tuvo valores de PCF urinarios y plasmáticos por sobre el límite de detección (0,03 mg/l). Un 63% de los trabajadores expuestos sobrepasaban el Indice Biológico de Exposición (BEI) para PCF plasmático y el 58% sobrepasaban el BEI para PCF urinario. La prevalencia de síntomas fue: Neuralgia (47%), inflamación de mucosas (43%), dolor abdominal (29%) parestesis (29%) náuseas (23%), diarrea (12%), disnea (10%), constipación, (7%) y disuria (7%).()

En cuanto a intoxicaciones agudas, estos últimos dos años, dos trabajadores han muerto intoxicados con Pentaclorofenol, uno de ellos era un menor de 16 años que trabajaba "preparando" pentaclorofenol para posteriormente aplicarlo a maderas, en una empresa forestal de la Región del Maule.

En relación al 2,4- D, estudios de laboratorio han demostrado que tiene efectos depresores del sistema inmulógico, provoca alteraciones en el sistema reproductivo, tiene efectos mutagénicos en vegetales, animales y celulas humanas, y es acumulativo en tejido adiposo. Sin embargo, por estar clasificado como moderadamente tóxico para el efecto agudo, es ampliamente usado en fumigaciones aéreas en sectores forestales, con serios impactos en el ambiente, las personas y los cultivos vecinos. Esta situación es en extremo preocupante si se considera que no hay regulaciones para fumigaciones aéreas y que el rubro de herbicidas en Chile- y también en otros países de América Latina- representa el volumen mayor de importaciones de plaguicidas en el país; 6.682 toneladas en 1997, de un total de importación 14.384 toneladas anuales. En relación a herbicidas, no existen análisis ni se ha hecho la debida evaluación al respecto. No obstante, es altamente probable que en regiones de alto uso, exista contaminación de aguas y napas subterráneas, con consecuencias negativas para el ecosistema marino y terrestre y riesgos de salud para las comunidades expuestas.

A pesar de que los daños a la salud, tanto por la exposición a plaguicidas que sufre la población en general, como la de tipo ocupacional conforman un grave problema sanitario, reconocido públicamente por autoridades y especialistas del sector salud, lamentablemente, se desconoce aún su real magnitud presente y futura. Como ejemplo, una gran parte de los casos de intoxicaciones agudas no son notificadas a los servicios de salud. Según estudios, por cada caso notificado existen cuatro sin notificar, y en algunas regiones esta cifra sube a diez.

Tal es el caso de un grave accidente con plaguicidas ocurrido el 25 de agosto de 1994 en el puerto de San Antonio, V Región. Mientras se descargaban contenedores con alrededor de 400 kilos de Dicofol (organoclorado) y Diazinon (organofosforado) desde un barco, producto de un incendio, un numeroso grupo de trabajadores y bomberos fueron afectados por las emanaciones de estas substancias. Sin embargo, cuatro de ellos, todos trabajadores portuarios, que no fueron evacuados oportunamente como los demás, sufrieron graves daños a la salud. Después de los efectos agudos iniciales como, vómitos, fuertes dolores de cabeza y otros síntomas, estos trabajadores, de 37, 39 y 50 años de edad, posteriormente empezaron paulatinamente a presentar graves problemas de salud. Hasta la fecha dos de ellos han muerto por enfermedades asociadas a exposición a plaguicidas organoclorados y organofosforados: uno por hipertensión arterial y paro cardiaco, y el otro por broconeumonia y linfoma cerebral. Un tercero permanece en estado de invalidez debido a una distonía mioclónica asociada, según el neurólogo tratante, a estos plaguicidas. () A pesar de la gravedad del accidente, estos casos no han tenido un seguimiento por parte de las autoridades sanitarias pertinentes ni fueron acogidos y evaluados en su oportunidad por la mutualidad correspondiente, el Instituto de Salud del Trabajador, debiendo los afectados recurrir en forma independiente al sector privado de salud.

POSICION DE LAS ONGs FRENTE A LOS PROBLEMAS GLOBALES CAUSADOS POR COPS

En países de América del Sur, que, a pesar de contar con regulaciones, presentan vacios importantes en la legislación, escasa voluntad política, precarios recursos para fizcalizar, inadecuadas condiciones culturales, sociales, climáticas y económicas, no es posible garantizar un manejo racional de químicos y un uso seguro de plaguicidas.

La contaminación de los ecosistemas, con reducción de vida animal y vegetal y los problemas de salud y ambientales que sufren los países de América del Sur, causados por los 12 POPs y otros potenciales POPs, demuestran que los gobiernos y el sector industrial y empresarial, no han sido capaces por sí solos de evitar los impactos en la salud y el ambiente de los contaminantes orgánicos persistentes y de reducir los riesgos que implica la liberación descontrolada al ambiente de estos contaminantes.

Frente a esta grave situación se hace necesario, por tanto, un acuerdo internacional sobre POPs que incorpore y adopte de manera urgente los siguientes criterios y medidas:

- La especial consideración, de las partes negociadoras en la Convención Global sobre POPs, de las preocupaciones y necesidades de los países pobres, en desarrollo o con enormes desequibrios económicos. En este sentido, es prioritaria la asistencia técnica y financiera para la reducción y eliminación de existencias y una mejor gestión de plaguicidas y substancias químicas POPs en deshuso y obsoletas.

- El reconocimiento de todos los actores involucrados, en especial de los más débiles, en las tratativas de la convención global sobre POPs, con el fin de asegurar la participación amplia de toda la sociedad en la adopción de las decisiones ambientales, particularmente las referidas a contaminantes orgánicos persistentes.

- La prohibición y reducción de la producción, de las fuentes generadoras y de las emisiones de PBCs, dioxinas y furanos al ambiente. Considerando que estas medidas son graduales, como primer paso, asegurar un riguroso manejo ambientalmente adecuado de uso, almacenamiento y disposición final de estos residuos contaminantes.

- El uso reiterado en países del Cono Sur de clorados prohibidos por legislaciones nacionales, exige la prohibición total a nivel mundial de la producción y el uso de plaguicidas POPs. En relación al DDT, que aún permanece en uso en algunas regiones para el control de vectores de enfermedades, se hace necesario realizar esfuerzos conjuntos que contemplen la asistencia técnica y financiera, por parte, de los países desarrollados, para la implementación de campañas internacionales destinadas a erradicar estos vectores mediante alternativas no químicas que aseguren un eficiente manejo ecológico de plagas.

- Con el fin de que los acuerdos para la prohibición o reducción de las emisiones de POPs tengan fuerza legal es necesario el establecimiento de un Instrumento Jurídicamente Vinculante a nivel global para Contaminantes Orgánicos Persistentes (POPs).

PRINCIPIO PRECAUTORIO Y ADICIONALES POPS

Hasta ahora los esfuerzos han estado centrados en reducir o eliminar la liberación al ambiente de un grupo determinado de 12 polucionantes orgánicos persistentes (POPs), sin embargo, el incremento de la producción, importación y uso de potenciales POPs, como 2,4-D, Endosulfán, Lindano, Pentaclorofenol, Dicofol, Picloram, plaguicidas que han demostrado, en estudios de laboratorio y vigilancias epidemiológicas realizados en diversas partes del mundo, afectar órganos vitales como son el sistema endocrino, inmunológico y reproductivo que son los sistemas que aseguran la sobrevivencia de la especie y cuyo uso ha sido prohibido y severamente restringido por diversos gobiernos, implica la continuación de los impactos en la salud y el ambiente tanto para esos países que ya lo han prohibido como para los que los usan, debido principalmente a su calidad de persistentes, su capacidad de bioacumularse y depositarse en otros lugares distantes de donde fueron aplicados.

La estimación de estos riesgos puede ser un criterio determinante para agregar estos contaminantes a la actual lista POPs. No es razonable, sobre todos para países pobres o en desarrollo que no cuentan ni con financiamiento ni con medios técnicos para realizar estudios especiales, esperar hasta poder demostrar claramente la relación causa- efecto, porque entonces será demasiado tarde. En este caso, los altos costos ecónomicos por contaminación de aguas, suelos y organismos y daños a la salud, externalizados por las empresas productoras y usuarias de estos contaminantes persistentes, continuarán siendo asumidos por países con precarios recursos y por los afectados que en su gran mayoría son de estratos socioeconómicos pobres.

Por tanto, es imprescindible la incorporación del principio precautorio como un criterio esencial para identificar otros POPs adicionales, con el fin de evitar riesgos y mayores daños daños en la salud de las personas expuestas directamente e indirectamente, preservar el patrimonio genético, humano, animal y vegetal, garantizar el derecho de las futuras generaciones de vivir en un ambiente sano y de desarrollar enteramente sus capacidades en la vida.


Regresar a la página inicial