Fuente: QUE PASA 19 de abril de 2007

La secreta agenda nuclear chilena

Relacionado:
  • Precio del Uranio
  • Hace cuatro años, el debate nuclear casi no existía en Chile. Sin embargo, la crisis energética lo instaló de sopetón. Hoy, conglomerados como los Luksic y los Matte investigan soterradamente el tema a través de estudios, visitas a plantas y consultas a expertos extranjeros. Pese a que Michelle Bachelet dijo en un principio que no incluiría esta opción dentro su agenda, hoy un grupo de expertos asesora al ministro de Energía, Marcelo Tokman, en la elaboración de un informe que quedará en el escritorio del próximo mandatario para que sea él o ella quien tome la decisión. Los lobbies extranjeros ya están aterrizando en el país.

    Por Paula Comandari

    El grupo que lidera Bernardo Matte encargó un estudio de 200 páginas sobre el tema. Desde el 2005 que Andrónico Luksic está investigando la opción nuclear.

    En 2006, Andrónico Luksic Craig viajó a Francia para empaparse de la experiencia nuclear de ese país. El empresario quería conocer el desarrollo de esta industria -representa el 80% de la matriz energética gala-, sobre todo para ver en terreno el tratamiento de los desechos y saber cómo lograron sortear con éxito las críticas y reparos de la población.

    Un año antes, el 2005, Luksic había solicitado una serie de informes a expertos en la materia. La crisis energética nacional, que ya era un tema a esas alturas, prendió las luces de alerta del grupo más rico de Chile: sus proyectos mineros en el norte se veían amenazados por la escasez. Era hora de buscar alternativas y hallar soluciones: la energía nuclear pasaba a ser una opción factible.

    Luego de tres años de investigaciones, viajes y consultas, lo que en un principio fue una urgencia hoy se convirtió en una posibilidad de negocios. Sin embargo, los Luksic se toman las cosas con calma. "Cuando exista un marco regulatorio, la idea es invertir, pero unidos a otros grupos económicos chilenos y por supuesto de la mano del Estado", explica una alta fuente de los Luskic.

    Dentro del mundo privado, este grupo es uno de los más adelantados en el tema nuclear. Los Luksic han tenido contactos con proveedores estadounidenses y varias conversaciones con ex autoridades regulatorias en EE.UU. Ahora, el mayor del clan visitará las plantas rusas, aprovechando la reunión del ABAC -Consejo Consultivo Empresarial de la APEC- en mayo próximo.

    Pero Luksic no es el único. La agenda nuclear ya se desató en Chile. Los grupos empresariales más importantes evalúan y sacan cuentas, el lobby empieza a asomarse y los precandidatos presidenciales saben que deberán abordar la disyuntiva que el gobierno de Michelle Bachelet les dejará por escrito: un completo informe sobre cómo, cuándo y dónde podría aterrizar la primera planta en el país.

    La primera el 2020

    Los expertos del sector eléctrico argumentan que si Chile hubiera seguido recibiendo el gas argentino a los precios acordados, nadie habría vislumbrado la energía nuclear como opción para el país.

    Pero la situación comenzó a cambiar a fines de 2004 y dos años después se hizo insostenible por los racionamientos que comenzó a aplicar el país vecino. Había que pensar en una alternativa para diversificar la matriz energética, y con ello dejar de ser dependientes. "Es un tema de seguridad nacional", dice un analista del rubro.

    Los expertos argumentan que Chile tiene las condiciones para incursionar en la energía nuclear. Sobre todo porque en el norte del país, donde operan las grandes mineras, existe un enorme requerimiento energético y la hidroelectricidad no es una opción debido a las distancias que lo separan de las zonas productivas, en el sur.

    "Es un gran problema que explica por qué las mineras han subsidiado a Gas Atacama y también por qué la mayoría de ellas hoy investiga el tema nuclear", dice un experto minero.

    Quienes están involucrados en la materia ya empiezan a hacer cálculos. Los más optimistas aseguran que si Chile se compromete a abrir la opción se tardaría al menos siete años en tener una planta funcionando. Los más realistas hablan del año 2020. "Hoy la demanda por centrales nucleares en el mundo está en un punto tan alto que, en principio, las empresas no parecen estar buscando clientes y la lista de espera es interminable. Además los niveles de requerimiento chilenos son pequeños en relación a grandes consumidores como China e India", dice Rodrigo Castillo, director de Empresas Eléctricas, el ente que reúne a las más grandes firmas del rubro.

    Los Matte observan

    Hace dos años, desde el grupo Matte llamaron a Julio Vergara, profesor del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad Católica, para solicitarle un detallado informe sobre energía nuclear. El académico es uno de los chilenos con más expertise en la materia. Vergara se pasó cerca de seis meses redactándolo. Fueron 200 páginas que entregó a los dueños de Colbún para que tuvieran plena claridad sobre cuál es el camino a seguir, cuáles son los tipos de reactores que existen en el mundo y otros detalles sobre la industria.

    Vergara es más bien escéptico: dice que aún no existe en Chile una agenda nuclear y que, antes de siquiera pensar el tema, el país debe cumplir las 19 recomendaciones que hace el Organismo Internacional de Energía Atómica, entre ellas crear una agencia de adopción de energía nuclear, ente que debiera encargarse de desarrollar el análisis previo a la toma de decisiones y de estudiar un marco regulatorio que incluye, según él, un cambio en la Constitución.

    Aunque los Matte -junto a Endesa- hoy tienen sus ojos puestos en el sur y en la hidroelectricidad, expertos en el tema energético aseguran que más temprano que tarde ambos podrían ingresar al negocio. Especialmente Endesa, que tiene una vasta experiencia en proyectos de este tipo en España: cinco plantas que producen 6.634 MW.

    A principios de los 70, antes del golpe militar, Endesa Chile -que era estatal- tuvo un intercambio con la Unión Soviética y tres de sus ingenieros estuvieron allá capacitándose. Y aunque hoy consideran que el carbón y la hidroelectricidad son más rentables que la opción nuclear, "siempre estamos dispuestos a mirar el tema y participar, sobre todo si en el futuro se crea un ente transversal que involucre a diversas empresas", dice una fuente de Enersis.

    Se trata, en todo caso, de una apuesta a futuro. "Hoy no pueden desenfocar su mirada de HidroAysén, donde ya han invertido grandes sumas de dinero. Muchos consideran que la energía nuclear podría reemplazar ese proyecto, pero la verdad es que HidroAysén constituye un complemento de los planes nucleares", dice una alta fuente del rubro eléctrico.

    Otros conglomerados también están atentos. AES Gener -controlada por la estadounidense AES Corp- estudia la opción y analiza su competitividad en el largo plazo. Incluso el excéntrico Leonardo Farkas -el hombre que donó $ 235 millones a la Teletón- quiso entrar. El dueño de la Minera Santa Bárbara tocó las puertas de la Corporación Nuclear Eléctrica -la empresa privada rusa que se instaló en Chile en 2005- y durante más de un año y medio estuvieron negociando. Finalmente optó por el carbón porque no existía regulación en el tema nuclear y ante la incertidumbre decidió pasar.

    Tokman de gira

    Si bien la candidata Michelle Bachelet se comprometió a fines de 2005 a no incluir el tema nuclear en la política energética de su gobierno, dio un drástico vuelco en marzo del año pasado cuando ordenó la constitución de la comisión Zanelli.

    Ésta se compuso de 11 expertos, dirigidos por Jorge Zanelli, físico e investigador del Centro de Estudios Científicos de Santiago. En noviembre pasado, el grupo entregó su informe, en el que señalan que la energía nuclear no se puede descartar como alternativa para Chile y que la experiencia internacional muestra que es segura, confiable y económicamente factible.

    Tras la disolución de ese comité, se creó hace tres meses un órgano que asesora al ministro de Energía, Marcelo Tokman, el cual está compuesto por representantes de los ministerios de Defensa, Relaciones Exteriores, Medio Ambiente y otros expertos en la materia, tres de ellos de la antigua comisión.

    El grupo se autoimpuso un objetivo claro: "Cuando finalice este gobierno, habrá una carpeta y los estudios necesarios para que el próximo presidente disponga de todos los elementos y criterios necesarios si considera oportuno abrirse a la energía nuclear", explica Gabriel Rodríguez, miembro del grupo y director de Energía, Ciencia y Tecnología e Innovación de la Cancillería.

    Este año el órgano asesor tiene un presupuesto de US$ 2 millones para licitar estudios de sismología, localización y aceptación pública. Para muchos, en todo caso, la cifra es insignificante. "Se necesitan al menos US$ 12 millones para un estudio acabado", dice el ingeniero Roberto Gurovich, cuya consultora Gurovich y Asociados se unió hace más de dos años a su par canadiense Senes, especializada en temas ambientales y con una carpeta de 7 mil clientes atendidos.

    Gurovich y sus socios se encuentran hoy en pleno proceso de búsqueda de fondos para realizar un estudio sobre energía nuclear -alternativo al oficial-, que en dos años tendría que estar finalizado.

    Mientras tanto, la comisión que asesora a Tokman trabaja a todo pulmón: acaban de llegar de un viaje a Estados Unidos, en donde tuvieron una apretada bitácora de una semana, a la cual se unió el propio ministro durante el primer día. Además de visitar una planta nuclear en Free Mile Island, se reunieron con personeros del Departamento de Energía estadounidense para analizar la agenda que pueden construir en conjunto en los próximos dos años; con el presidente de la Comisión Regulatoria de Energía Nuclear; con personeros de la Oficina Internacional de Seguridad y No Proliferación y con la Agencia de Protección del Medio Ambiente.

    El lobby extranjero

    Anatole Gubin es hijo de rusos. Su padre fue coronel del Ejército de ese país en la II Guerra Mundial y por diversos motivos terminó aterrizando en Chile. Su madre, también rusa, es hija del fundador de la Iglesia ortodoxa en nuestro país.

    Aunque Gubin nació en Santiago, siempre estuvo ligado a Rusia. Médico veterinario de la Universidad de Chile, trabajó como coordinador de la flota de pesqueros soviéticos que operaban en las costas nacionales.

    Gubin hoy es director general de la Corporación Nuclear Eléctrica, la empresa rusa que hace tres años tiene presencia en

    Chile. Ellos tienen un objetivo claro: poner la energía nuclear en la agenda chilena para solucionar la crisis energética y promover la tecnología rusa.

    En mayo de 2004 comenzó a ligarse a la industria, cuando le organizó a Joaquín Lavín un viaje a Moscú. El entonces alcalde estaba interesado en conocer la realidad de ese país y las alternativas innovadoras de tecnologías, especialmente en el tema energético.

    "En esa oportunidad llevé a Lavín a la sede de Atomstroyexport, principal consorcio estatal nuclear encargado de la construcción de centrales. Lo mismo hice el año pasado con los senadores Jaime Orpis, Baldo Prokurica y Ricardo Núñez, a quienes se les abrió la mente sobre el tema, al mirar con sus propios ojos el funcionamiento nuclear en Rusia. Creo que este tipo de energía es la única opción que tiene Chile", dice Gubin, en un español con acento extranjero, desde su oficina en El Bosque Norte.

    Durante estos tres años la firma rusa ha traído a sus técnicos, quienes aterrizan en Chile siete veces al año. Además se han encargado de promover en las comisiones de energía de la Cámara de Diputados y el Senado su proyecto. "La idea es levantar dos plantas nucleares de 350 MW interconectadas entre sí en la zona de Tal Tal, que es donde termina el SIC y empieza el SING. Les hemos señalado que este tipo de energía no emite gases y que una pequeña cantidad de uranio genera la misma electricidad que mil toneladas de carbón. Eso es una cosa que los chilenos deben entender", afirma Gubin.

    De hecho, los rusos mantienen conversaciones con el empresario brasileño Ike Batista, propietario de la Hacienda Castilla, que cuenta con 200 mil hectáreas en Copiapó, uno de los predios más grandes de la zona. "Llevamos bastante tiempo analizando la posibilidad de utilizar parte de sus tierras para levantar ahí centrales nucleares", explica Gubin.

    -La tragedia de Chernobyl parece no favorecer sus pretensiones...
    -Chernobyl no fue un accidente. Además de producir energía, allí se hacían pruebas militares que nadie haría hoy. Esas dudas se han ido despejando con el tiempo. Rusia es el único país del mundo que nunca ha dejado de levantar centrales nucleares, eso le da un gran expertise-, explica Gubin.

    Pese a que Rusia ha sido el primer país en aterrizar en Chile, todo indica que las tecnologías francesa, canadiense y estadounidense también tienen puestos los ojos acá. Claro que varios expertos en el tema eléctrico aseguran que la mayor parte de los proveedores miran a Chile con fines que no son netamente económicos. "La idea de ellos es prestar asesorías y tener presencia en países que no han desarrollado proyectos nucleares por motivos estratégicos y geopolíticos. Hay que considerar que cualquier iniciativa que levante el país con extranjeros implica acuerdos internacionales con ellos", explica Rodrigo Castillo, de Empresas Eléctricas.

    Consultado por Qué Pasa, el embajador de EE.UU. en Chile, Paul Simons, afirma que "recurrir o no a la energía nuclear es una decisión soberana del gobierno y del pueblo de Chile. Estados Unidos tiene su propia experiencia en esa área, la que estamos dispuestos a compartir con Chile si el país así lo requiere".

    El equipo nuclear de Piñera

    Los presidenciables no obvian el tema, pero son cautos a la hora de las definiciones públicas. Tanto Ricardo Lagos como Soledad Alvear han manifestado que hay que estudiar la alternativa.

    Sebastián Piñera sigue la materia de cerca. Sólo dos días después de que la comisión Zanelli entregara su informe, a fines del año pasado, fue el propio Piñera quien llamó al físico, con quien se reunió esa misma tarde.

    "Creo que cualquier candidato en las próximas elecciones tendrá que tomar la decisión de si impulsará o no la energía nuclear. Piñera lo mira con ojos de estadista. Él está pensando en cómo estará el país en los próximos diez años y en su necesidad energética. Por ello quería entender bien de qué se trataba la energía nuclear", dice el físico.

    Mucho antes, sin embargo, Piñera ya había formado una comisión especial, que desde mayo de 2007 trabaja para la propuesta energética de su futuro programa presidencial. "El próximo año tendremos todo listo. Por supuesto que la opción nuclear la estamos analizando seriamente desde que empezamos a trabajar. Pero es una decisión que debe tomar el Estado y no el Gobierno de turno", explica el ingeniero Ricardo Raineri, quien dirige al grupo, conformado por 15 personas, entre ellos el consultor en temas eléctricos, Sebastián Berstein, la investigadora del Instituto Libertad y Desarrollo, María de la Luz Domper y el ingeniero Roberto Gurovich.

    ¿Un plebiscito?

    De aquí al 2020 Chile deberá duplicar su matriz energética. Pero antes de invertir en energía nuclear se deben despejar diversas interrogantes: temas regulatorios, de seguridad, disposición de residuos, costos y modelos de negocios, son sólo algunos de los escollos que hay que sortear.

    Mientras algunos afirman que Chile optaría por un modelo privado, muy regulado por el Estado, otros consideren que la fórmula ideal es la propiedad mixta.

    "Pienso que en Chile se podría crear una especie de ONU de los grupos económicos más grandes del país -los que tengan sobre US$ 5 mil millones-. Ellos se quedarían con un porcentaje de propiedad y el restante podría quedar en manos de Enap, tal como ocurrió con el proyecto GNL", propone un alto directivo del sector eléctrico.

    Pero lejos el tema principal antes de que Chile se abra derechamente a la opción nuclear es lograr un consenso social. Los expertos del rubro eléctrico afirman que incluso éste se puede generar por la vía de un plebiscito. "Toda la ciudadanía debe participar, porque finalmente es lo único que le puede dar sustentabilidad a una decisión de esta índole. En ausencia de un amplio apoyo uno corre el riesgo de que, aunque el gobierno de turno tome la decisión, no vamos a encontrar a nadie dispuesto a invertir en un proyecto que requiere al menos 30 años para recuperar la inversión", explica Tokman.

    Por ello, además, varios expertos afirman que hay que educar a la población. "Las personas no le tienen miedo a que se reviente un embalse, pero sí a la contaminación nuclear, aunque esta última ha causado mucho menos daño a las personas, menos muertos y mutilaciones que cualquier otra industria generadora de electricidad", afirma Zanelli, quien agrega que un ejemplo de ello es lo que ocurre en Francia: "Allá las municipalidades se pelean por tener una planta nuclear. No la ven como amenaza sino como oportunidad, porque con ella se mejoran los caminos, se instalan escuelas, se genera empleo, y todo tipo de servicios. Esto aún es desconocido en Chile".