Fuente: elmostrador.cl, 3 de Abril del 2006

Según Samuel Francke, experto de Conaf
Urge crear institucionalidad de cuencas para prevenir conflictos ambientales

La contaminación del río Cruces, la pugna por el agua entre las comunidades y las mineras en el norte, y la construcción de megacentrales en Aisén, son algunos de los conflictos que surgen cuando los actores que viven en las cuencas no son consultados respecto de los proyectos de inversión que se van a realizar. La solución, dice Francke, radica en crear un modelo más integrador.

La contaminación del río Cruces en Valdivia, la pugna por el agua entre las comunidades indígenas y las mineras en el norte, y la construcción de megacentrales en Aisén, son algunos hechos ante los cuales la ciudadanía reacciona con molestia por la poca información que recibe antes que se ejecuten los proyectos productivos y se desencadenen sus nefastas consecuencias ambientales como a veces sucede.

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Esto pese a la gran cantidad de actores que intervienen en su protección como el Ministerio de Agricultura, Conaf, Sag, Conama, INDAP, MOP, Ministerio de Economía, Bienes Nacionales, Mideplan y las municipalidades. Sin contar las intervenciones propias que realiza el sector privado forestal y agrícola en este sentido.

Para el jefe del programa nacional de Manejo de Cuencas de la Corporación Nacional Forestal (Conaf), Samuel Francke Campaña, lo que produce el estallido de conflictos entre los distintos actores es la ausencia de una instancia que lleve adelante las políticas de manejo de cuencas y en el cual coincidan todos los actores que viven en ella.

Experiencias en el mundo hay en este sentido y destaca, en Latinoamérica, a Brasil y México, en el primer país donde han funcionado muy bien las Agencias de Agua, en tanto en el segundo, los Consejos de Cuencas. Pero también son importantes las experiencias europea, entre las que se cuenta España, donde existen las Confederaciones Hidrográfica y los Planes Hidrológicos que son aprobados por el Parlamento en conjunto con las comarcas.

-¿Cuál es su lectura de lo que sucede en Chile? ¿Existen muchos organismos, mucha burocracia para su protección?
-Se cuenta con instrumentos público-privados para revisar los impactos en las cuencas hidrográficas, lo que está en deuda es una mayor coordinación de los actores que están trabajando por ellas y una mayor focalización de sus acciones en las más sensibles. Es decir, entiendo que las partes (sectores público-privado) están contribuyendo a hacer el todo, a diferencia de otros países en que se intenta hacer el todo, pero no funcionan las partes, o sea, tenemos grandes planes, muy buenos, pero son difíciles de llevarlos a la práctica.

-En otros países esa coordinación incluye a todos los actores de la cuenca, ¿nuestro país está maduro para que todos participen en una misma instancia?
-Está todo maduro para dar el salto a una "institucionalidad de cuencas" que permita realizar una planificación del territorio por cuencas hidrográficas. Ahora, a diferencia de otros países no tenemos una cultura de cuencas, confundimos el concepto de cuenca con río, siendo que es una unidad territorial más amplia y eso tenemos que reforzarlo en la población.

-¿Qué camino queda por recorrer en este sentido?
-Nos queda avanzar en esta línea de la planificación y ordenamiento territorial por cuencas, de manera que podamos entre los diferentes actores definir cuáles son los usos recomendados para ese territorio y eso, en síntesis, sería la elaboración de una política nacional de cuencas hidrográficas, que sea indicativa, participativa, multisectorial, multiprofesional...

-¿Esto ayudaría a prevenir conflictos como los que hoy vemos en Aisén o Valdivia?
-En todos los casos emblemáticos está latente el problema de la falta de una ley marco de ordenamiento territorial, que por un lado fomente las actividades y que por otro lado las regule. Por ejemplo, en el caso de Alemania, si uno tiene un suelo para uso agrícola, quedó para "siempre" agrícola, si yo quiero cambiar su destino debo pagarle al Estado un impuesto tan grande que no me permite hace otra cosa con él.

-Pero en Chile no tenemos ni siquiera una ley que proteja los suelos.
-Claro, en la ley de la Conama, del año 1994, hay un artículo que señala que deberá dictarse una ley que vele por el uso del suelo para evitar su perdida y degradación. O sea, yo diría que dentro de los recursos naturales el menos protegido es el suelo. Entonces hay dos cosas que están pendientes, una ley de uso del suelo y una ley de ordenamiento del territorio, ojalá considerando a la cuenca como unidad de planificación y gestión territorial.

-¿Cuál es la cuenca más sensible o la que está más vulnerable en estos momentos?
-No hay una, lo más critico es de Santiago al norte, porque los pronósticos hablan que de aquí al 2017, de acuerdo a la Dirección General de Aguas (DGA), de una crisis hídrica para todas esas regiones. Todo el norte cuenta con 1000 metros cúbicos por habitante al año -Santiago está cerca de los 700-, entonces hay una fuerte restricción de recursos.

-Finalmente, ¿se podría prevenir esa situación y de qué forma? -Podría ser corregida en la medida que se construyan nuevos embalses que permitan mejorar la capacidad de almacenamiento de agua y en alguna corregir esto...Por el contrario hacia el sur se tiene cuantiosos recursos hídricos, se tiene una disponibilidad de 36 mil a 40 mil metros cúbicos por habitante año.